Investidura
Joan Tapia

Joan Tapia

Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.

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¿Quién habla por Catalunya?

Puigdemont es la bisagra necesaria para la investidura, pero en las elecciones de julio el independentismo solo tuvo 14 diputados de los 48 que envía al Congreso

La ANC exige "independencia o elecciones" y anuncia que concurrirá a las próximas catalanas

Pere Aragonès: "Quien negocia en nombre de Catalunya lo que afecta a su estatus político es el Govern"

Carles Puigdemont, en su conferencia del 5 de septiembre de 2023 en Bruselas.

Carles Puigdemont, en su conferencia del 5 de septiembre de 2023 en Bruselas. / John Thys / Afp

El resultado de las elecciones del pasado 23 de julio fue un casi empate entre el bloque de la derecha y el de la izquierda del antiguo 'Frankenstein'. Y el desempate está en manos de Junts per Catalunya, ya que nadie podrá tener una mayoría para la investidura sin el voto (o la abstención) de los 7 diputados de Junts. Vale, Puigdemont es decisivo, pero solo porque el PSOE y el PP están encallados en la política de bloques. 

Otra cosa muy distinta es quién puede hablar en nombre de Catalunya. Puigdemont, con el poder de bisagra de sus 7 escaños y al haber sido destituido por el 155, pretende tener la legitimidad y afirma que no le interesa la investidura sino un acuerdo histórico que recupere para Catalunya el estatus anterior a 1714. Pero, ¿representa a Catalunya?

El independentismo reunió el pasado lunes 11 de septiembre a 116.000 personas. Es una cifra importante –manifestaciones así no se dan cada semana en el mundo–, pero algo más baja que la de 2022 y muy inferior a la de los años del ‘procés’. Y los manifestantes, por muchos que sean, se deben tener en cuenta, pero no son la voluntad de un país que solo se expresa en las urnas. Y en las elecciones de julio el independentismo tuvo el 27,12% de los votos, contando a la CUP, que no logró representación parlamentaria, y 14 diputados (7 de ERC y 7 de Junts). Es un porcentaje respetable, pero muy inferior al de las elecciones de 2019, en el que sacaron el 42,6% de los votos y 23 escaños. 

El independentismo sigue siendo relevante, pero no puede hablar en nombre de toda Catalunya. Es más, el 27,12% de los votos y los 14 diputados son menos que el 34,5% y los 19 escaños que obtuvo solo el PSC. Sería absurdo que el PSC dijera que representa a Catalunya (que envía al Congreso 48 diputados) y Salvador Illa no lo ha dicho, aunque sí ha afirmado que se debe ser prudente al pretender hablar en nombre de Catalunya. Pero al independentismo –quizás porque prioriza su mayoría absoluta en muchas elecciones catalanas o su actual papel de bisagra– le cuesta admitirlo. 

La prueba es que a la pretensión de Puigdemont de erigirse en el máximo representante de Catalunya, además de en el de sumo sacerdote del independentismo, le contestó el domingo Pere Aragonès en EL PERIÓDICO diciendo que «quien negocia en nombre de Catalunya su estatus político es el Govern». O sea, el president, que es de ERC. Es una posición más fundamentada, aunque olvida que se trata de un Govern minoritario (33 diputados sobre 135), que solo ha aprobado los presupuestos gracias a los votos del PSC y que el Gobierno independentista ERC-Junts de 2021 (tampoco mayoritario) saltó por los aires ahora hace un año, con satisfacción de los dos socios.

Pero la lista de los que pretenden hablar en nombre de Catalunya es alargada. Dolors Feliu, presidenta de la ANC, acaba de decir que la amnistía solo serviría para apaciguar al independentismo y que lo único que quiere Catalunya es volver a la declaración unilateral del 1 de octubre de 2017, algo a lo que Puigdemont tampoco parece renunciar, pese a querer empezar a negociar –una vez lograda la amnistía– la investidura de Sánchez.

La conclusión es que nadie puede hablar en nombre de Catalunya y que la mesa interna de los partidos catalanes para lograr un consenso con el que poder negociar con bases sólidas con el Gobierno de Madrid es todavía una asignatura pendiente que el independentismo no atiende. ¿Es como el avestruz que esconde la cabeza bajo el ala, o cree que su actual papel de bisagra en España se lo permite? 

Pero, poco a poco, el independentismo va adaptándose a la situación. Puigdemont ahora no hace ascos a hablar con Madrid y Aragonès –contestando a la ANC– acaba de declarar que la independencia sin reconocimiento internacional no serviría para nada. Sería nula. Pero eso ya podían haberlo sabido en 2017. ERC ha sacado las conclusiones y Junts quizás empieza a hacerlo. 

Pero lo que es obligado no olvidar es que una cosa es la negociación de la investidura de dos grupos (ERC y Junts), con 7 diputados cada uno, y otra representar a toda Catalunya. Y aquí todos los partidos –incluso C´s que llegó a ser el primer grupo del Parlament tras el 1 de octubre de 2017– precisan una buena dosis de humildad.

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