El calentamiento global

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Un nuevo desafío para el sistema de salud

Las sociedades deben prepararse para las enfermedades vinculadas al cambio climático

MULTIMEDIA: Las enfermedades que trae el cambio climático

Archivo - Mosquito tigre (Aedes albopictus).

Archivo - Mosquito tigre (Aedes albopictus). / ANECPLA - Archivo

Un reciente estudio, publicado en 'Nature Medicine', estimaba que el calor extremo causó más de 11.000 muertes el año pasado en España, y unas 61.000 en toda Europa. Este 2023, el verano ya acumula seis olas de calor, la última la semana pasada con registros históricos. La realidad del cambio climático es tan innegable como sus efectos. Lo estamos viendo en la sequía, que pone en jaque a la agricultura y al abastecimiento de agua; lo vemos en los incendios forestales en los países mediterráneos y en Canadá, y también cada vez más estudios constatan el daño que representa para la salud de las personas. Si, como todo indica, se trata de un fenómeno creciente, el cambio climático va a suponer importantes desafíos a los sistemas públicos de salud, si no lo está haciendo ya.

En España, se detectan nuevas enfermedades, como la malaria, el dengue o el virus del Nilo, ya no solo como casos importados (de personas que han sido infectadas en las zonas donde estas enfermedades son endémicas) sino porque el cambio de las condiciones climáticas en nuestro país favorece la presencia de los mosquitos que las transmiten. Las campañas de concienciación social sobre el mosquito tigre –inexistentes hasta hace unos años– dan fe de que este es un nuevo foco de interés de los responsables de salud pública. Además de enfermedades exóticas, la crisis climática conlleva el empeoramiento de otras dolencias más comunes en nuestras latitudes, en particular las respiratorias y cardiacas, así como algunos casos de cáncer, que están relacionadas con la polución. Y otro posible efecto del calentamiento global, según la hipótesis de algunos expertos, sería que el deshielo de la tundra libere virus o bacterias que hagan resurgir enfermedades que hoy se consideran extinguidas. Mientras que este último caso entra dentro de lo futurible, la emergencia de enfermedades tropicales y el aumento de las relacionadas con la contaminación del aire son situaciones con las que los médicos ya se están encontrando. Es preciso que el sistema sanitario esté preparado para afrontar esta nueva realidad y, en este aspecto, cobra un papel fundamental la formación. Comenzando por la atención primaria, ya que los primeros profesionales de la salud a los que acuden los ciudadanos son los médicos de familia, y muchos de estos profesionales no están habituados a diagnosticar ni tratar enfermedades más propias del hemisferio sur. También sería buena idea potenciar la especialización médica, lo que se podría conseguir con una titulación específica en enfermedades infecciosas, que ahora mismo no existe en España.

Y más allá de la estricta gestión sanitaria, las administraciones deben procurar por el bienestar de los ciudadanos, haciendo de las ciudades un lugar más sostenible y amable para sus residentes, que redunda en una mejor salud pública. Así lo han entendido algunos gobiernos; sin embargo, otros hacen bandera del negacionismo climático y actúan justo en la dirección contraria. Es un error. Pocas evidencias hacen falta a estas alturas para convencernos, como dice la Organización Mundial de la Salud (OMS), de que no se pueden separar la salud humana de la animal y de la ambiental, que hemos de pensar en ellas como una sola salud. La salud del Planeta es la nuestra.