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¿Presidencia 'apañada'?

La campaña electoral y el posible cambio de gobierno subsiguiente harán que la presidencia española de la UE no sea normal. Y lo más grave es que el Gobierno y el PP no hayan acordado unos mínimos 

Pedro Sánchez y Von der Layen en el Palacio Real, en el inicio de la UE23

Pedro Sánchez y Von der Layen en el Palacio Real, en el inicio de la UE23 / José Luis Roca

Joan Tapia

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La visita de Ursula von der Leyen y de 17 comisarios a Madrid para reunirse con el Gobierno español indica que ya estamos en la presidencia española. Era un semestre importante, pero las elecciones anticipadas del 23J -y el posible cambio de Gobierno subsiguiente- van a rebajar su relevancia.

La presidencia española era muy valorada por ser la última completa antes de las elecciones europeas de la primavera de 2024 de las que saldrá un nuevo parlamento y otros presidentes del Consejo y de la Comisión. Y la UE que en los últimos años -forzada por el covid y la invasión de Ucrania- ha dado grandes pasos adelante, como los fondos de regeneración y una política militar y exterior más coordinada, no puede pararse. Y España -fondos de regeneración y cumbre de la OTAN en Madrid- ha tenido un papel nada secundario.

Hay asuntos como el avance en la unión energética (hasta el corte del gas ruso a Alemania cada país tenía su librillo), el despliegue de las energías renovables para luchar contra el cambio climático, las nuevas reglas fiscales que deberán entrar en vigor el próximo año y obligarán a una mayor disciplina presupuestaria, y una política ante la inmigración más realista e inteligente -que encauce las llegadas y evite los desastres humanitarios- que son urgentes y no deberían posponerse. Siendo realistas algunos asuntos seguirán pendientes cuando lleguen las elecciones europeas. Y tampoco se habrían resuelto -los intereses son muy contradictorios y cuesta armonizarlos- aunque la presidencia española hubiera sido normal.

Pero son asuntos clave y sería sensato que los dos grandes partidos -uno gobernará tras el 23J- hubieran acordado unos mínimos. Ni se ha intentado. Sánchez acusa al PP de boicotear sus iniciativas en Bruselas y Feijóo se queja de una total falta de información. Lo grave es que las dos cosas deben ser ciertas y son la lamentable consecuencia de la polarizaciónen dos bloques antagónicos. Ahora solo queda intentar que la campaña no impida una presidencia española 'apañada'.

Pero lo que convendría asumir es que la polarización es un proceso degenerativo -con excusas ideológicas- en el que es difícil saber si lo primero fue el huevo o la gallina.

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