El latido de las mujeres: un año de la desprotección del aborto en EEUU

Ya ha pasado un año exacto desde la decisión del alto tribunal de los Estados Unidos que cedió a los estados la posibilidad de vetar o no el aborto en su territorio, de regular sus límites y condiciones y, en definitiva, de legislar sobre el cuerpo de las mujeres de su zona. La resolución de la Corte Suprema fue un revés para la doctrina que se había implantado cincuenta años atrás, a partir de la causa que ganó una joven de 21 años protegida de la ira y las represalias bajo el sobrenombre de 'Jane Roe' contra el fiscal de su Estado, Texas, que aplicaba su ley estatal y  le impedía abortar pese a sus problemas anteriores con otros dos embarazos. Cuando ganó su caso en 1973 no solo obtuvo un respiro a su difícil situación personal, también extendió la doctrina a millones de mujeres que vieron así protegido constitucionalmente su derecho a la decisión sobre el propio cuerpo. Y esa libertad abrió una era que duró….50 años, exactamente hasta el 24 de junio de 2022.

Ha pasado un año, y los balances ya no son opiniones, casos aislados, un puñados de testimonios de aquí y de allá, de políticos de uno u otro bando, porque en el trasfondo del debate hay más tintes ideológicos que sanitarios. Es más, el discurso médico también ha tomado partido en cuanto ha puesto el foco solo en la vida como latido, y no en lo que significa su desarrollo, su bienestar, y el de su entorno familiar. La mujer, nuevamente, ha sido borrada de la ecuación sanitaria en una regresión sin precedentes. ¿No está la ciencia avanzando para poner remedio a enfermedades y dolencias con prevalencia femenina?¿No han salido ya del armario los malestares físicos propios de ser mujer, desde las menstruaciones dolorosas hasta las distintas sintomatologías de los infartos?.

Ha pasado un año, y ya hay estadísticas, datos científicos, y un horror detrás de cada frase de cada informe: se multiplican las malformaciones en bebés, las muertes en partos difíciles y perfectamente evitables. La mujer desenfocada, y con ella su cuerpo y su bienestar emocional, su voluntad, es la consecuencia palpable de  cada uno de los datos que forman los primeros informes que recogen hospitales, asociaciones y entidades a partir de estadísticas de los distintos estados donde opera la desprotección del aborto. Los bebés que nacen tienen más probabilidad de morir que antes, las mujeres con embarazos fuera del útero y que requieren abortos urgentes se ven en riesgo vital por las nuevas restricciones, las secuelas de las madres tras partos hasta ahora desaconsejados arrastran en muchos casos secuelas que impactan de forma crónica en su calidad de vida. 

 Ha pasado un año de la visita de Idoya Noain a la clínica de Jackson, en Misisipí, donde se practicaban interrupciones de embarazo y que se convirtió en la zona cero del retorno al pasado cuando perdió una demanda contra el Estado para intentar mantener su actividad ante la oleada de restricciones que se impulsaban en su territorio. La caída de la clínica arrastró con ella la jurisprudencia sentada por aquella joven de 21 años 50 años atrás y sumió a 25 millones de mujeres estadounidenses que viven en estados que rechazan el aborto en una pesadilla. Pesadilla: la inmensa mayoría de mujeres no se plantea interrumpir el embarazo por capricho, y la decisión ya de por sí tiene implicaciones emocionales que pueden ser muy duras. Acarrear un bebé no deseado, dar a luz a un niño en según que circunstancias de peligro también físico para madre e hijo cuando hace solo un año se podía evitar, es una carga intolerable.

Ha pasado un año en que el latido de las mujeres ha quedado sepultado por intereses ideológicos y pugnas políticas. Ha pasado en Estados Unidos, pero nuestra protección constitucional de la ley del aborto tiene a las puertas el recurso de Vox, admitido a trámite esta misma semana. 

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