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Joan Tapia

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Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.

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La candidata Yolanda Díaz

Su gran activo es su capacidad de pacto. Su principal problema, que España es Europa y en ningún país gobierna -o está próximo a ello- un partido que se sitúe a la izquierda de la socialdemocracia. ¿Quedaría España aislada?

Yolanda Díaz participa en el Consejo de Ministros de Empleo de la UE en Luxemburgo.

Yolanda Díaz participa en el Consejo de Ministros de Empleo de la UE en Luxemburgo. / EFE

No sin dificultades Yolanda Díaz ha logrado concretar el proyecto de Sumar, reuniendo a quince partidos que el 23J presentarán una lista única para captar el máximo de votos a la izquierda del PSOE. Sumar es ya una realidad y es el momento de unas primeras reflexiones.

Una. Sumar es en gran parte fruto de la personalidad singular de Yolanda Díaz. Fue ministra de Trabajo nombrada por Iglesias (cuota Podemos), pero Díaz se ha distinguido de los ministros de esa formación -especialmente de Irene Montero e Ione Belarra- por una actitud constructiva dentro del Gobierno y por un discurso menos crispado o rupturista. La reforma laboral pactada con los sindicatos, pero también con la CEOE y la Cepyme, es una muestra de su voluntad y capacidad de negociación. Ahí donde Belarra e Irene Montero denunciaban cada día la realidad, culpabilizando a la derecha y al PSOE de siempre, Díaz negoció y pactó los ertes, la reforma laboral y, muchas veces, los aumentos del salario mínimo. Díaz cree en la negociación y el pacto y este es su gran activo.

Dos. Su principal problema es que el proyecto que quiere liderar, a la izquierda de la socialdemocracia, es muy minoritario en Europa. Los partidos europeos de este corte no ejercen el poder -ni están cerca de ello- en ningún país del euro. Y como la política -no solo la económica- pasa casi inevitablemente por acuerdos con Bruselas en muchos asuntos relevantes, sus propuestas presentan de entrada serios inconvenientes. ¿Es realista un impuesto permanente en España sobre las grandes fortunas si no existe en ningún otro país europeo? ¿A dónde irían los capitales?

Tres. Haber reunido a quince partidos distintos cercanos a la extrema izquierda tiene mérito. Mas cuando algunos de estos -como Compromís- han gobernado bien con el PSOE de Ximo Puig en Valencia. Pero querer gobernar -o incluso cogobernar- España con esa suma de partidos en momentos de gran incertidumbre mundial parece más una apuesta ideológica que una propuesta seria. Quince partidos de extrema izquierda revueltos pueden deslizarse -pese a que Díaz tiene “dotes de mando”- hacia la división ante cualquier problema. ¿Estarían con Europa en Ucrania? 

Cuatro. Díaz tiene una innegable cualidad política que es la frialdad y saber conjugar discursos contrapuestos. Hace ya tiempo dijo en València -en un mitin con Ada Colau y Mónica Oltra- que “estaba naciendo una cosa muy bonita”, pero al mismo tiempo vetaba a las ministras de Podemos. ¿El veto es bonito? La ingratitud es, para algunos, una cualidad política. No se puede complacer a todo el mundo, ni a los que te han ayudado. Díaz fue nombrada ministra de Trabajo por Pablo Iglesias. Luego, también por Iglesias, vicepresidenta tercera y futura líder de la izquierda (con mayúsculas). Sin embargo, no ha tenido ningún reparo en marginar al fundador de Podemos cuando ha creído que su maximalismo no le convenía. Díaz no es una “ursulina” sino un animal político con pocas manías.

Cinco. Irene Montero ha sido una de las cruces del Gobierno Sánchez. En especial, por su cerrazón con el gran error de la ley del 'solo sí es sí'. Y lo peor no fue el error, sino la negativa a reconocerlo (la culpa era de los jueces reaccionarios), su radical oposición a revisarla y los ataques a Sánchez cuando el presidente -demasiado tarde- decidió cambiarla. Por eso Díaz cree que tanto Irene Montero como Echenique no son un buen reclamo electoral y los ha 'guillotinado'. Puede que ello le cree problemas en la campaña, pero ha mostrado autoridad e instinto político. Ha tomado nota de que Irene Montero contribuyó al desprestigio del Gobierno.

Sexto. Díaz, aunque no era fácil ni cómodo, ha sabido prescindir de Montero porque ha creído que no solo no sumaba, sino que restaba. ¿Por qué Sánchez no tomó una decisión similar cuando, tras el palmario fracaso de la citada ley, Irene Montero no solo se opuso a revisarla, sino que encabezó la revuelta parlamentaria contra la reforma impulsada por el PSOE y acusó a 'su presidente' de complicidad con la derecha? 

¿Por qué Sánchez fue más débil con Montero que Díaz? ¿Por qué Sánchez prefirió Irene Montero a su vicepresidenta Carmen Calvo? Seguro que estas decisiones han contribuido a su pérdida de autoridad política.  

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