La Hoguera

Diabólicas madres protectoras

La propaganda feminista ha ido demasiado lejos en los últimos años en su cruzada por convertir a las mujeres en seres de luz, sin agencia ni maldad posible.

Madrid. 27.04.2023. Pleno en el Congreso de los Diputados. Votación de la Ley de la Vivienda. Cuca Gamarra, Partido Popular e Irene Montero, Podemos.

Madrid. 27.04.2023. Pleno en el Congreso de los Diputados. Votación de la Ley de la Vivienda. Cuca Gamarra, Partido Popular e Irene Montero, Podemos. / Jose Luis Roca

Juan Soto Ivars

Juan Soto Ivars

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El Tribunal Supremo ha sentenciado a Irene Montero a pagar 18.000 euros a Rafael Marcos, expareja de María Sevilla, por llamarlo maltratador. Sevilla es una de las “madres protectoras” del Ministerio de Igualdad saliente y el último clavo en el ataúd de la carrera política de Irene Montero. Al conocerse la sentencia, Díaz puso las cartas (el veto) encima de la mesa de negociación. La multa a la ministra llegaba tras el varapalo del día anterior, también del Supremo, cuando se decidió allí por unanimidad de jueces progresistas y conservadores lo que todos sabíamos: que la modificación penal de la ley del “sí es sí” rebajará las condenas a un número indeterminado de violadores y pederastas. El legado de la ministra queda visto para la sentencia de la historia.

Quiero centrarme, sin embargo, en Rafael Marcos, ese hombre inocente, ese buen padre, al que una mujer sin escrúpulos convirtió en maltratador y pederasta ante la opinión pública con la ayuda inestimable de los medios de comunicación y Podemos. Quico Alsedo ha contado su historia completa en “Algunos hombres buenos” (La Esfera), libro que pasará a la historia en la misma casilla que Irene Montero. Allí cuenta también la historia de otras “madres protectoras” como Juana Rivas o Verónica Saldaña: señoras que cubrieron de denuncias falsas a sus exparejas para arrebatarles a sus hijos, y que tras la constatación judicial de que no había malos tratos huyeron con los críos. Rivas también fue indultada gracias a la presión de Montero.

Rafael Marcos logró recuperar a sus hijos, lo mismo que Francesco Alcuri. No así José Manuel Ortiz, el ex de Saldaña, que sigue huida de la justicia en Suiza y vive de dar sablazos a todo el que se coloca demasiado cerca de ella. Si España está plagada de mujeres víctimas de los maltratadores en los rincones oscuros a los que la justicia no es capaz de llegar, estos hombres son las víctimas de una legislación y unos procedimientos de justicia que tenemos perfecto poder para cambiar.

Son, ellos, la constatación de que la propaganda feminista ha ido demasiado lejos en los últimos años en su cruzada por convertir a las mujeres en seres de luz, sin agencia ni maldad posible. Que Marcos haya logrado empapelar a una ministra que lo difamó tras indultar a su maltratadora es un signo de que el viento está cambiando. Espero que no produzca, en la dirección contraria, tantos excesos como hemos visto.

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