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El necesario, en parte, retorno del bipartidismo

Debate elecciones generales Atresmedia

Debate elecciones generales Atresmedia / JOSÉ LUIS ROCA

Albert Sáez

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Ciudadanos no presentará a las elecciones del 23-JUn vicepresidente de Baleares pide que Podemos se disuelvaLa CUP se plantea no acudir a los comicios del Congreso. En la primera mitad de la pasada década vimos el florecimiento de una serie de partidos alentados por las facilidades de la tecnología digital que exigía menos dinero para salir a la palestra y estimulados por representar a las víctimas de la crisis financiera del 2008, principalmente las clases medias empobrecidas que tuvieron la sensación de que "el sistema" (político) no les protegía sino que era aliado de los poderes financieros. Con poco dinero, sin necesidad de crear estructuras territoriales, en base a hiperliderazgos mediáticos y con grandes carencias de democracia interna, estas formaciones rompieron el bipartidismo lo cual provocó dos repeticiones electorales y una etapa de inestabilidad institucional sin precedentes. En Catalunya, por ejemplo, Ciudadanos ganó las elecciones sin ni siquiera intentar formar gobierno y la CUP descabezó a CiU, lo cual abrió el camino para su refundación en esta Junts de hoy que tiene más de CUP que de Unió. Es una lástima que esta historia acabe tan mal como la de Ciudadanos. A España le convendría una formación bisagra de tinte liberal, pero eso no tiene nada que ver con un grupo de amigachos que cenan en la plaza Real o que se divierten en las noches de Madrid con el dinero de otros. A España le convendría un sistema de partidos que exprese la diversidad social y cultural permeable a nuevos intereses o ideologías. A España le convendría que el bipartidismo no fuera sinónimo de impunidad con la corrupción. Pero Ciudadanos, Podemos o la CUP no han arraigado porque han confundido las nuevas narrativas digitales con la frivolidad y con el postureo. Han jugado con las ilusiones de miles de votantes para acabar enredados con lo peor de la política cuando su tiñe de narcisismo. Una irresponsabilidad de principio a fin.

El 23 de julio puede acabar de aclararse el panorama de partidos. Alberto Núñez Feijóo va camino de jibarizar a Vox, que se ha beneficiado también de esa dinámica digital, pero que no deja de ser una escisión del PP de Rajoy. Feijóo presta poca atención a los discursos de Vox, excepto en el tema Bildu, y ha logrado que al menos en tres autonomías (Galicia, Andalucía y Madrid), el PP pueda tener la mayoría absoluta dejando a Vox en la cuneta de la irrelevancia. Y se ha zampado a Ciudadanos. Y en el único sitio donde no lo ha hecho, Catalunya, es donde los socialistas respiran mejor. Sánchez pretende hacer algo similar con Sumar, que tiene más componentes de partido tradicional que Podemos. Quizás en algún momento, PSOE y PP deberían entender que para bajar el precio de sus aliados a siniestra y diestra les saldría más a cuenta amagar con una entente que repelerse antes de empezar la batalla.

El bipartidismo, como todos los monopolios, genera vicios. Es sano democráticamente que ahora para fundar un partido no se necesite un banco y un periódico a favor (es bueno también para los bancos y para los periódicos). Pero lo que necesita la ciudadanía son partidos serios, que cuando pueden gobernar lo hagan, con arraigo territorial y con liderazgos pero con líderes a los que no conozcamos por el nombre de pila sino por el apellido, señal de que no son seres únicos sino cabezas de un colectivo.

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