Declaraciones de Stoltenberg

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Hipótesis atlantistas en Ucrania

La premisa de la entrada del país en la OTAN tras la guerra desborda lo previsible, que es una solución negociada

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, este jueves durante su encuentro en Kiev.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, este jueves durante su encuentro en Kiev. / DIMITAR DILKOFF / AFP

La afirmación del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, de que el primer objetivo de su Gobierno es recuperar los territorios ocupados por Rusia ha deshinchado bastante el globo del ingreso de su país en la OTAN después de la guerra. La declaración del pasado viernes del secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, de que Ucrania tiene reservado un puesto en ella, aunque lo prioritario es que gane la guerra, ha dado pie a diferentes interpretaciones. Se ha abierto una vez más el debate sobre la posibilidad de que la organización sume un socio más en la frontera con Rusia. Algo a lo que, al inicio de la guerra, de forma más o menos explícita, dio la impresión que renunciaban de antemano tanto los líderes ucranianos como la propia OTAN. Precisamente, uno de los motivos esgrimidos por Moscú para la invasión fue la voluntad de Kiev de adherirse a la Alianza, estimulada por los aliados occidentales.

A la luz de las pautas de comportamiento de la OTAN es imposible pensar que las palabras de Stoltenberg fueron de cosecha propia. Más verosímil es suponer que la hipótesis de futuro planteada por el secretario general tiene su origen en el análisis de los estrategas de la organización, inspirados por Estados Unidos. En ningún momento desde del inicio de las hostilidades ha descartado la Casa Blanca la posibilidad de que Ucrania, asistida por los socios de la OTAN, gane la guerra y de que, en tal caso, con una Rusia debilitada, decida el ingreso.

Lo cierto es que nada es posible mientras las armas impongan su ley: el inicio de las negociaciones, tan largas como complejas, para que Ucrania ingrese en la Unión Europea con fijación de plazos y la entrada efectiva en la OTAN son objetivos inalcanzables mientras persista la guerra. Y en ningún caso puede abordarse la doble posibilidad de unirse a la UE y a la Alianza como si el significado de ambas operaciones fuese el mismo. En el mejor futuro posible, Rusia podría digerir la primera, pero es poco verosímil que consintiera la segunda

Es improbable que las palabras de Stoltenberg sean especialmente lesivas para lograr que cesen los combates y para que la suerte de la crisis se decida en una mesa de negociación. El realismo lleva a pensar que mucho antes de sucumbir en la derrota escalaría Rusia la guerra hasta llevarla al borde del precipicio. De este modo, la premisa del secretario general, el ingreso después de la victoria ucraniana en el campo de batalla, se antoja un supuesto teórico y retórico que desborda lo previsible. Más apegado a lo imaginable es que no se invoque en una eventual negociación la posibilidad de que Ucrania se una con posterioridad a la OTAN, algo inaceptable para el Kremlin.

Cada vez es mayor el convencimiento de que la guerra ha adquirido el perfil de una crisis irresoluble por las armas. El estancamiento de los combates, la calculada implicación en la guerra de los socios de la OTAN y la exploración hecha en Pekín por varios gobernantes europeos sobre la utilidad del plan de 12 puntos elaborado por China llevan a pensar que lo dicho por Stoltenberg no dañará la perspectiva de una solución negociada. Una salida que, por lo demás, no está a la vuelta de la esquina y abunda en aristas cortantes.