Solo cuentan las elecciones
La ley de vivienda tal como ha salido indica que Sánchez prioriza las próximas campañas a la ortodoxia económica
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
Dentro de seis semanas hay elecciones municipales (y autonómicas en parte de España). Y en diciembre, generales. Estamos ya en la fase más agresiva de la política. Tras una legislatura de gran crispación y polarización, los partidos ya solo razonan en clave electoral. Y dos asuntos de esta semana, la decisión final de Ferrovial de trasladar su sede a Ámsterdam y el acuerdo entre el Gobierno (PSOE, Yolanda y Podemos) y ERC y Bildu sobre la ley de la vivienda, indican que Pedro Sánchez -con una situación económica mejor de la esperada- supedita la ortodoxia económica a ganar las elecciones.
La decisión de Ferrovial de saltar de Madrid a Holanda para cotizar en Wall Street, pues es en Norteamérica donde tiene ya la mayor parte de su negocio y necesita más crédito y capital, tiene lógica. Pero es complicada. Que un “campeón nacional”, como dicen en Francia, emigre al extranjero es siempre delicado. Y el presidente de Ferrovial, Rafael del Pino Calvo-Sotelo, propietario del 20% del capital, cometió un grave error político cuando lo hizo público sin antes haberlo ‘masticado’ con el Gobierno. Además, el comunicado cuestionaba la seguridad jurídica en España. Aunque fuera cierto, no era oportuno decirlo porque no era la razón principal, menos aun en tanto que forma parte de los latiguillos de algunos medios empresariales y derechistas contra el Gobierno.
El rechazo inicial de Sánchez es pues comprensible, porque dañaba al Ejecutivo y podía perjudicar a España, que atrae mucha inversión internacional. Pero, aunque te disguste, no puedes escupir a la realidad. España es Europa y Ferrovial -la mayoría de sus accionistas son hoy fondos internacionales que lógicamente quieren maximizar el beneficio-, si le conviene, puede instalarse en otro país del mercado único. Del Pino, hombre de carácter difícil, se equivocó, pero el Gobierno le ha superado al mantener la batalla hasta el final. ¿Por cabezonería?
Sánchez cree que en el electorado -incluso en Catalunya- atacar a del Pino por poco patriota tiene más “gancho” que aceptar los intereses de una multinacional española que ha pecado de altivez. Ferrovial estará en Wall Street, pero -piensa Sánchez- lamentar el “capitalismo que no arrima el hombro” tendrá premio político. Ortodoxia económica sí -para eso está Nadia Calviño-, pero no en año electoral si perjudica al candidato Sánchez.
Algo similar, pero más grave, pasa con la ley de la vivienda, a la que, tal como la quería Podemos -y aun ha empeorado-, Nadia Calviño y el PSOE se han opuesto toda la legislatura. Llegó la inflación del 8% y para proteger a los inquilinos -y salvar el choque con los socios- el Gobierno limitó a un 2% el aumento de alquileres en 2022. Vale por un año. Pero ahora hay elecciones, y Sánchez sabe que muchos ciudadanos creen que los alquileres son demasiado altos y quieren la protección del Estado frente a los que el infantilismo de izquierdas tilda de “fondos buitre”.
También cree que para ganar debe cerrar filas con sus socios -¿para ser coherente?- haciendo -eso sí- que Yolanda Díaz, más presentable, engulla en misa unitaria a los excitados de Podemos. Por eso ha vuelto a ceder y ha dado luz verde a una ley que hará que el 2% se mantenga este año, que en 2024 suba al 3% y que luego nunca-nunca los alquileres aumenten como el IPC. Además, se ponen más limitaciones en las áreas tensionadas, una realidad muy complicada.
Es cierto que en España el alquiler es caro y escaso. El Estado debería haber hecho más vivienda pública -o concertada- de alquiler. Pero si ha fallado, el remedio eterno no puede ser que los propietarios (ni muchos menos todos son “buitres”) no puedan tener ni la rentabilidad del IPC y carguen además con los costes de mantenimiento. E impagos y conflictos.
Es elemental. Habrá menos pisos en alquiler porque los propietarios los irán vendiendo y los futuros inversores invertirán en otros negocios o en otro país. Si la ley sale, habrá menos oferta de alquiler y el problema todavía se agravará más. Pero las elecciones son mañana.
Y Sánchez cree -no es el único-, que la clave es estar mañana (2024) para que los conflictos de pasado mañana -menos pisos en alquiler- no los tenga que afrontar un Feijóo cualquiera. ¿Vale?
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