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Sirera en Barcelona como síntoma de la estrategia de Feijóo

Daniel Sirera

Daniel Sirera / Albert Bertran

Albert Sáez

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Júlia Regué puso este lunes la última pieza que faltaba en el rompecabezas electoral de Barcelona. Un pata negra del Partido Popular, de talante moderado e ideas firmes, Daniel Sirera ha sido finalmente el elegido para encabezar la lista en el ayuntamiento. Su nombramiento coincide con la recuperación de Íñigo de la Serna como coordinador del programa electoral municipal y de Borja Sémper como portavoz de campaña. Lástima que el patinazo de Cuca Gamarra con Bolsonaro y el asalto a las instituciones brasileñas haya contraprogramado el relato preparado desde Génova. Da la sensación, solo la sensación, de que tras el pulso por la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Constitucional, Alberto Núñez Feijóo da por cerrada la frontera de votos con Vox con la intención de dejarlo como un partido inoperante a efectos prácticos. Y, en cambio, se lanza a buscar el voto colindante con el PSOE ahora que el obstáculo de Ciudadanos se ha autodestruído. Sirera, De la Serna o Sémper son esa cara amable del Partido Popular que gusta a los votantes de toda la vida sin asustar y movilizar a los de centroizquierda hasta el punto de ir a votar para evitar la victoria de Feijóo. El esquema funciona en la teoría y se parece al que le dio al PP las dos mayorías absolutas de las que ha gozado en democracia. Solo tiene dos obstáculos que superar. El primero es la tentación de una parte del PP de parecerse a Vox. Vamos, lo que le ocurrió a Gamarra el domingo por la noche o lo que le pasó a Díaz Ayuso en la última campaña electoral madrileña. El segundo es que Pedro Sánchez aún no ha fijado definitivamente su estrategia electoral para las generales. Dependerá de los resultados en las municipales y autonómicas en las que ya ha dado permiso a los candidatos para llevarle la contraria en público. Dependerá de si a su izquierda tiene solo una candidatura de Yolanda Díaz o dos con Irene Montero con lista propia. Y dependerá de hacia dónde sopla el viento en la segunda mitad del año. Feijóo se ha recolocado pero aún puede quedar descolocado. Lo que está claro es que cuando toma aire en la periferia respira mejor que en el clima asfixiante de ese Madrid en el que no viven madrileños sino solo periodistas y altos ejecutivos. 

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