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La malversación... y algunas otras cosas
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
Cartas bocarriba. Oriol Junqueras expone en EL PERIÓDICO las condiciones para negociar los presupuestos de la Generalitat con el PSC de Salvador Illa: la cuestión es la posición de los socialistas en el debate del delito de malversación que se sustanciará, según dijo este domingo Pedro Sánchez en 'La Vanguardia', durante la tramitación de la reforma del Código Penal para suprimir el delito de sedición. Las condenas por malversación de fondos públicos amenazan a varios dirigentes de Esquerra, entre ellos Lluís Salvador y Josep Maria Jové, pero también a las finanzas del partido por los avales ante el Tribunal de Cuentas.
El tema de la malversación es muy peliagudo. Hay juristas que consideran que, en el caso que nos ocupa, es conexo al de la sedición, de manera que resulta inaplicable el uno sin el otro. Eso haría innecesaria la reforma que pide Junqueras. Reformar la malversación es delicado porque es un tipo penal popularmente ligado a la corrupción. En puridad, castiga el hecho de gastar dinero público inadecuadamente. El enriquecimiento personal es un caso evidente. Pero también podría serlo en actividades que no sean de interés general. Cualquier reforma mal explicada puede oler a políticos regalándose mutuamente la impunidad. Ya hay quien ha vinculado esta posible reforma antes a José Antonio Griñán que al propio Junqueras. No será este un camino fácil.
De lo recorrido hasta ahora entre los socialistas y los republicanos, quedan otras cosas por cumplir aparte de las que recuerda Junqueras. La principal es una reclamación de Salvador Illa desde el inicio de esta aventura: la creación de una mesa de diálogo también entre partidos catalanes. Su puesta en marcha daría, sin duda, protagonismo al PSC acorde con su condición de primer grupo parlamentario de Catalunya. Pero sería también un estabilizador del Gobierno de Pere Aragonès que cuenta, solo, con 33 diputados de 135. Este camino de diálogo interno es vivido por la sociedad civil como una necesidad, a pesar de que el partidismo empuje a Junqueras a menospreciar al PSC y plantear que su única negociación es con el PSOE. Pero ahora que ya ha ganado el congreso de Esquerra, Junqueras debe ser realista: sin el PSC nada de lo que ha ido pactando con el PSOE hubiera acontecido. Y no tanto por generosidad sino por puro interés. Cada partido tiene los suyos, y no entender los de los demás solo conduce al onanismo. O sea, a la infructuosa unilateralidad.
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