La hoguera | Artículo de Juan Soto Ivars

Boicoteo el Mundial de Fútbol

Celebrar el evento en Catar es la foto más precisa de lo que es el fútbol

Revelan el cartel oficial del Mundial de Catar.

Revelan el cartel oficial del Mundial de Catar. / Agencia ATLAS

Juan Soto Ivars

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Para mí es fácil boicotear el Mundial de fútbol. Como no soy futbolero, no me cuesta ningún trabajo ser moral. Lo que pasa es que se me tuerce la moral porque también boicoteo el fútbol femenino. Boicoteo –involuntariamente– toda manifestación balompédica. Tampoco es que esté leyendo mientras tanto a Faulkner, no. Estoy jugando a un videojuego de esos de matar. Y, si me pongo, hasta puedo jugar al ‘Fifa’. Yo boicoteo el fútbol salvo cuando me divierto. Por ejemplo, viendo el partido con un amigo forofo en un bar cuando su equipo pierde. ¡Lo bien que me lo paso!

Así las cosas, tras esta confesión, me declaro en rebeldía ante el Mundial de Catar. Pero me parece increíble –de nuevo divertidísimo– que se salga a protestar por la circunstancia clamorosa de que el campeonato se celebra en un país que pisotea el cuello de las mujeres, los homosexuales y los agnósticos de cualquier género y condición, mientras se viste con orgullo una camiseta del Madrid con lo de Fly Emirates impreso. Vamos a ver: ¿qué demonios es el fútbol?

¿Qué puede empeorar que se celebren partidos en un Estado teocrático cuando el dinero fluye entre los clubes directo desde el Corán y los pozos de petróleo? ¿En serio nos tenemos que poner moralistas por lo que se ve mientras silbamos disimuladamente ante el texto promocional de las camisetas? El dinero saudí, emiratense, catarí y demás corre más rápido que Messi por las venas del deporte rey, lo mismo que el dólar sucio de constructores mafiosos y corruptos. El fútbol, como deporte, podrá tener pase, pero como negocio está podrido desde la raíz.

Ya digo: no me cuesta nada ver esto porque no me apasiona, pero me divierte la hipocresía de condenar un Mundial en un país de mierda pero callar cuando se destapa la forma en la que se ejecutan esos contratos millonarios. El fútbol no está para protestas bienquedas como la de Catar. Celebrar el Mundial en Catar es la foto más precisa de lo que es el fútbol, en realidad. Esperar de los futbolistas ahora una declaración en favor de los homosexuales o castigarlos por un chiste chabacano en Twitter es lo preocupante. Significa que se les ha dado un papel que no les corresponde.

Los mejores serán genios de la estrategia, el control psicomotriz e incluso del atletismo entendido como una de las bellas artes, pero no debieran ser más que eso. A ver si el problema es nuestro, por esperar lecciones de un negocio nauseabundo.

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