Limón & Vinagre

Jesús Quintero, un loco muy cuerdo

A través de él supimos que el silencio forma parte del lenguaje audiovisual. Cuando la radio de madrugada se dejó llevar por el diálogo pausado, las ansias por saber, la música envolvente y la caricia de las palabras cuidadas

Muere el periodista Jesús Quintero a los 82 años.

Muere el periodista Jesús Quintero a los 82 años. / EP

Josep Cuní

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Solemos llevarnos mal con la muerte. Seguramente porque mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos. Lo escribió Antonio Machado tirando del hilo poético que envuelve el desenlace final. El lirismo siempre fue más comprensivo e inspirador que la prosa para con la parca. Quizás por su capacidad de sintetizar y envolver los sentimientos encontrados hasta hacerlos uno, únicos. Y describir con la cadencia de sus versos aquello para lo que lo literal precisa de mayor espacio para conseguir igual contundencia. Basta con acudir a los románticos y seguir la huella tras la cual muchos otros han buscado y encontrado su camino.

Jesús Rodríguez Quintero (San Juan del Puerto, Huelva. 18 de agosto de 1940/Ubrique, Cádiz. 3 de octubre de 2022) fue un romántico. Y probablemente tanga razón su amiga Isabel Gemio cuando así define a su mento,r porque algo de eso hay que ser para despedirse de este mundo dejando como testamento un paisaje de futuro hecho de incógnitas tras una sola certeza: “Ahora me voy ya. A contestarme yo mismo, no sé en qué lugar, las preguntas que les he hecho durante todo este tiempo a los demás”.  

La audacia del conocido 'loco de la colina' empezó con su interés por saber. Y esto viene de cuna. Saber que cada uno es cada cual y que el respeto es la base del diálogo. Así se manifestó en todas sus entrevistas, o mejor dicho, sus conversaciones, fuera quien fuese el sentado delante porque Quintero, como el Tenorio, a las cabañas bajó y a los palacios subió. Y en cualquiera de estos lugares sus silencios despertaron la atención del oyente o del espectador, porque con él descubríamos una personalidad hasta entones oculta, un carácter que emergía a golpes de pausas prolongadas y respiraciones con humo. Fue así como también supimos que el silencio forma parte del lenguaje audiovisual. Lo analizó el profesor Armand Balsebre hace algunos decenios. Cuando con Quintero la radio de madrugada se dejó llevar por el diálogo pausado, las ansias por saber, la música envolvente y la caricia de las palabras cuidadas. Nada que ver con el trepidante ritmo que se quiere imprimir ahora a todo lo que se mueve, quizás porque la prisa es enemiga de la sabiduría y algunos tienen interés en hacernos creer que si no corremos no existimos. Jesús fue el primero que lo intuyó, después lo detectó y al final se rebeló: “Los analfabetos de hoy son los peores, porque en la mayoría de los casos han tenido acceso a la educación. Saben leer y escribir pero no ejercen. Son socialmente la nueva clase dominante aunque siempre serán la clase dominada, precisamente por su incultura”.  

Sentencias como esta, sin contemplaciones, le convirtieron en un incómodo perro verde y le dejaron sin micrófono. Le costó asumirlo mientras las deudas le acuciaban porque el dinero siempre le quemó las manos y perderlo nunca fue para él una tragedia. Así se lo explicó a Joana Bonet, antigua compañera y madre de una de sus hijas, en una entrevista lo más parecida a la que él se habría hecho y en la que admitió que en la colina estuvo a punto de volverse loco. Pero su locura era tan cuerda como la del hombre de las mil voces que hablaba perfectamente alto y veía ponerse el sol. Aquel loco allí subido al que cantaron The Beatles y que sabía que los tontos eran los otros.   

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