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Guía para seguir el lío entre Esquerra y Junts

Turull y Sánchez

Turull y Sánchez

Albert Sáez

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El ruido digital demasiadas veces nos nubla la vista. Periódicamente, conviene deshacer la madeja y buscar la punta oculta del hilo. Leyendo los diarios, es plausible pensar que el Gobierno de Catalunya está al borde de la ruptura definitiva. Una espiral de declaraciones y de reuniones melodramáticas avalan esta sensación. Si hablas con funcionarios y altos cargos de una u otra formación, nadie parece que esté haciendo las maletas. Los proyectos y la negociación de los presupuestos siguen su ritmo habitual, que no es excesivamente intenso desde la irrupción del llamado procés. Deshagamos el camino andado. Todo empezó en el congreso de Junts de julio, cuando el nuevo secretario general, Jordi Turull, se ganó el apoyo de la presidenta Laura Borràs aceptando hacer una auditoría del acuerdo de legislatura con Esquerra y una consulta a la militancia. Pasó el verano y la suspensión de Borràs en el Parlament. Llegó la Diada y la ANC lanzó a los manifestantes contra los partidos. Esquerra se sintió aludida. Y Junts subrayó la alusión. Se reunieron y se reunirán, pero no habrá ningún acuerdo hasta el debate de política general a principios de octubre. Esquerra trata de convertir con su pasividad las amenazas de Junts en fanfarronadas. Una espiral que puede acabar con el cántaro roto de tanto ir a la fuente. Junts exhibe, impúdicamente, su pluralidad para desesperación de los que intentan, como Turull, que sean un partido.

Algunos apuntes para la navegación de los próximos días: la contundencia de Junts irá creciendo hasta poner a situación al límite. Esquerra evitará grandes gesticulaciones. La ANC se desmarcará de cualquier acuerdo final y seguirá agitando el fantasma de la lista cívica, va por libre. La cuestión fundamental es la coordinación en Madrid. Allí necesitan tener cancha los alcaldes de Junts en año electoral y allí se puede jugar alguna partida sobre el futuro de Puigdemont según lo que pase en la justicia europea. Esquerra considera que es justo allí donde se decide la hegemonía a medio plazo. No es menor. La política española aprendió en el debate del Estatut que jugar al pañuelo y estimular la competencia entre Esquerra y el espacio de Junts rebaja el precio de los apoyos. La independencia es, ahora, una cuestión política. No la devuelvan a la calle otra vez. 

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