Europa despierta, pero no del todo

Bandera de la UE y de sus 27 estados miembros en la plaza Schuman de Bruselas.

Bandera de la UE y de sus 27 estados miembros en la plaza Schuman de Bruselas. / YVES HERMAN

Ramón Lobo

Ramón Lobo

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La guerra en Ucrania ha sacudido a la UE de su molicie burocrática, de su irritante conformismo como Europa de los mercaderes: un espacio para el comercio y la economía de libre mercado carente de audacia política. La pandemia impulsó la centralización de la compra de vacunas; ahora, tras al desafío de Vladimir Putin, llega la necesidad de intervenir en el mercado energético para paliar las consecuencias de la crisis.

Europa necesita tener una voz política propia en un mundo multipolar que en breve podría estar gobernado por tres variantes de autoritarismo. Rusia está en manos de la ex KGB en connivencia con las mafias locales, China es una dictadura cada vez más sofisticada y tecnológica y EEUU se dirige al galope a una Gilead bíblica que puede acabar en guerra civil nuclear.

La UE es el invento político más exitoso de la historia alcanzado por vía pacífica. Europa ha sido campo de batalla y escenario de genocidios y matanzas desde la Grecia antigua hasta la Segunda Guerra Mundial. La sangre dejó odios entre países que se han superado con generosidad, memoria histórica y educación para que las nuevas generaciones no crecieran en la ignorancia del nazismo y el fascismo. También, en el reconocimiento de los intereses económicos comunes. En esto de la memoria y el fascismo, España sigue siendo la excepción.

Sin una voz unida

La invasión rusa de Ucrania nos dejó desnudos en medio de un mundo cambiante y peligroso. La UE es una gran potencia comercial global que carece de una voz unida y firme, más allá de la alardes oportunistas de los Macrones y Scholzs con agenda propia. Tampoco tiene un sistema de defensa propio. Depende de EEUU, su libertador por dos veces en las guerras de 1914 y de 1939, jefe máximo de la OTAN, un instrumento defensivo frente a una URSS expansionista que devoró los países de Europa del Este que dijo liberar del nazismo.

Aquella Alianza anticomunista perdió su sentido tras la caída del Muro de Berlín en 1989 y la posterior implosión de la URSS en 1991. La invasión rusa le ha regalado una vida extra. Sigue mandando Washington porque paga el 70% del presupuesto.

Europa necesita unas Fuerzas Armadas autónomas de EEUU, cuya beligerancia con China nos perjudica. El problema es que sin el paraguas estadounidense, la UE no es nadie. Ser militarmente independiente saldría más caro que seguir en la OTAN.

Las guerras balcánicas de los años 90 del siglo pasado fueron un aviso. Francia, Alemania y Reino Unido regresaron a la cultura de las áreas históricas de influencia que tanto daño hicieron. La UE no estuvo a la altura ni fue valiente en impulsar su unidad política.

El posible regreso de Trump

Existe el riesgo de que Trump, escoltado por un partido republicano fuera de control, regrese a la Casa Blanca, liquide la democracia de su país, abandone la OTAN y pacte con Putin un reparto mundial.

La UE se construye cada día en los programas Erasmus y una red de subvenciones a proyectos científicos, de investigación y culturales. La UE está en nuestros bolsillos en una moneda común, está en Schengen y la supresión de algunas fronteras internas, está en la tarjeta sanitaria europea, la eliminación del roaming  y en tantas cosas que ni siquiera notamos.

Para las extremas derechas es el enemigo a batir: una estructura de burócratas que ejerce de Gran Hermano. Algunos partidos como VOX o Hermanos de Italia son el caballo de Troya de Putin. Es un discurso que repiten algunos despistados de la izquierda purista que sostienen que la UE es una dictadura.

Precio disparado de la luz

El precio disparatado de la luz, consecuencia de un capitalismo insaciable, está minando la credibilidad de las instituciones, dando alas a discursos fóbicos contra la migración, la catástrofe climática o los derechos de las mujeres.

Intervenir en los mercados, someterlos al control democrático y al beneficio común, no es un acto de comunismo populista. Entre 1945 y 1980 hubo un capitalismo controlado, que los confiados llamaron de rostro humano. Es el que impulsó el Estado del bienestar en Europa. Todo comenzó a desmoronarse tras la llegada de los vándalos de Reagan y Thatcher.

Una UE de 27 miembros, algunos indeseables como Hungría, y 24 lenguas oficiales, con una base histórica y cultural diversa y común, pese a las guerras de religión y los telones de acero, es más necesaria que nunca. Están en juego la democracia, las libertades básicas y el principio de que el Estado está por encima de las empresas y de los multimillonarios, se llamen oligarcas rusos o emprendedores con el dinero en paraísos fiscales.

Existe una oportunidad extraordinaria de más Europa sin el lastre respondón del Reino Unido. Hay vida después del Brexit, menos para los británicos.

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