GOLPE FRANCO
Juan Cruz

Juan Cruz

Periodista y escritor. Adjunto al presidente de Prensa Ibérica.

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"Un fichajazo"

Robert Lewandowski.

Robert Lewandowski. / VALENTÍ ENRICH

Desde que sonaron los clarines que advertían de que el Barça ficharía a Lewandowski, el goleador polaco (ergo algo catalán), me asombré de observar cómo los mentideros deportivos de las más diversas procedencias mostraban su irritación no tanto porque Lewandowski hiciera su real gana sino porque esa gana real terminara residiendo en el equipo que ahora preside Joan Laporta.

Algunas admoniciones hacían alusión a las arcas azulgrana, demediadas desde hace buen rato. Y tales consideraciones insistían, como hermanas de la caridad, en que el tesoro de Laporta no iba a resistir dispendio tan mayor. A esas advertencias, que parecían también de monjas de clausura, se unía el recuerdo a que el jugador que iba a ser ex del Bayern tenía 34 años, precisión que era de veras una estupidez, pues a esa edad hay muchos otros futbolistas, e igualmente de buen ver, en los equipos a los que parecen admirar los comentaristas.

Brújula perdida

Lo cierto es que de la noche a la mañana aquel sueño azulgrana se hizo realidad, y yo que me alegro. Los aficionados al fútbol esperamos a estas alturas de las temporadas, cuando no hay fútbol que se cumpla aquel verso que ya conocen, y que es de mi paisano canario José Luis Pernas, sobre la necesidad que hay de fabricarse una esperanza para seguir viviendo. Este año, ya se sabe, la esperanza es Lewandowski, y que los agoreros que hablan por la radio o se expresan con tanta suficiencia en la prensa digan lo que estaban diciendo es tan solo la confirmación de que algo tiene el agua cuando no la bendicen.

Lewandowski es, no cabe duda, un símbolo del nuevo Barça, cualquiera que sea el porvenir del equipo, y eso mismo, que el equipo tenga porvenir, es ya una enorme novedad para un club que parecía rodar cuesta abajo, como si no sólo hubiera perdido el rumbo sino también la brújula. La destrucción de valor del Barcelona se parece ahora a la evidente desgracia del mundo entero, que está cayendo con el estrépito que siempre viene mientras duran las guerras. El mundo ha perdido la brújula, es verdad, pero hubo un tiempo largo en que el Barça no la tuvo. Si me lo permiten, aquí la brújula ha terminado siendo Xavi, y el puntito de disparo al que debe dirigirse la señal ya no lo representa Braithwaite sino que lo representa ese muchacho venido del Bayern… y de Polonia.

Asombrado por las descalificaciones (por la edad, sobre todo) que recibía en el entorno español no afecto al Barcelona el fichaje de esta luz que ahora nos alumbra quise enterarme por verdaderos sabios del mundo del fútbol, que tuvieran atrás la experiencia de ojear y de calificar con la ciencia requerida, me encontré en los pasillos de Prensa Ibérica en Madrid, en el pasadizo que transmite los pasos que hay entre la redacción de El Periódico de Cataluña en la capital y la de El Periódico de España, con un sabio de la materia, Alejandro Sopeña, que tiene nombre de sabio y lo es. Es un alto cargo de la empresa en la que trabajo, fue director de Marca, ahí se inventó La Liga Fantástica, y su sabiduría tiene argumentos para que los demás digan de él que es un verdadero sabio del fútbol.

Le pregunté, pues, a bocajarro a Sopeña, sin advertirle de que ya estaba harto de escuchar descalificaciones acerca de un fichaje que me había abierto la puerta a tanta esperanza. Le dije:

--¿Qué te parece lo de Lewandowski?

--Un fichajazo.

No dijo más, no hacía falta. Esa respuesta ha cambiado mi vida. Gracias, Sopeña.

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