Artículo de Álex Sàlmon

La habitación 218 en La Gavina

A saber cuántas historias deben estar escondidas en esa estancia, lugar perfecto para ocultar a alguien

S'AGARO - COSTRUCCIONES A MENOS DE CIEN METROS DE LA COSTA , HOTEL DE LA GAVINA . FOTO JOAN CASTRO

S'AGARO - COSTRUCCIONES A MENOS DE CIEN METROS DE LA COSTA , HOTEL DE LA GAVINA . FOTO JOAN CASTRO / JOAN CASTRO

Álex Sàlmon

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El paseo habitual por un hotel va desde el mostrador de la entrada hasta la habitación. Un camino que se hace de ida y vuelta, y viceversa. Sin embargo, visitar las entrañas de un edificio hotelero tiene el mismo interés que callejear por un pueblo a la busca de sus rincones.

Un hotel es una ciudad en pequeño. Su alcalde es el director. No hay mucha literatura al respecto, pero las historias que podrían contar sus responsables darían para escribir varias novelas. Pero son tumbas. Los detalles históricos de los hoteles son otra cosa. Herramientas de comunicación.

El caso del Hostal de La Gavina, en S’Agaró, es un ejemplo. No existen muchos hoteles en España donde hayan dormido Ava Gardner, Elizabeth Taylor, Orson Welles, Sean Connery, Jack Nicholson, Robert De Niro o Peter Sellers. Todos ilustres de una generación que mantienen viva la personalidad del hotel. 

Como sus habitaciones que, aunque actualizadas, conservan las mismas camas de caoba o roble, los armarios recios, como las puertas que dan acceso a las estancias, mejoradas en su interior, pero intactas en su trabajo de marquetería.

Esa dedicación por reformar poco ha conseguido que los cambios no hayan eliminado un pasadizo situado en la habitación 218 que da acceso a otra habitación oculta y que solo conocen algunos. La puerta falsa está situada frente a la cama, junto a la chimenea.

El hotel fue espacio hospitalario durante la Guerra Civil, pero tras el conflicto, a saber cuántas historias deben estar escondida en esa estancia, lugar perfecto para ocultar a alguien. 

Solo es un ejemplo de los secretos que guarda La Gavina. Hay más. Existe un pasadizo, situado tras llegar a la lavandería, impoluta, por cierto, de unos 100 metros de profundidad que pudo ser refugio en otras épocas. Está bien iluminado, se utiliza para canalizaciones de agua y podría ser visitado sin problemas.

No deben ser los únicos. El hotel no fue construido para albergar turistas. Se hicieron diferentes casas para ser vendidas a particulares. Corría el 1922. Cuando el hostal abrió en 1932, solo tenía 11 habitaciones, frente a las 75 de ahora. Unas ampliaciones que debieron dejar muchos espacios escondidos que precisan ser descubiertos. Forman parte de la historia.

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