Artículo de Ruth Ferrero-Turrión

Ucrania y la UE: Cuidado con lo que se ofrece, ¿ampliación?

Quizás lo más comprometido del paso adelante de la Comisión para abrir el proceso de incorporación a Ucrania es que se realiza en un contexto de guerra, con todo lo que ello lleva acompañado

El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskiy, da la bienvenida a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskiy, da la bienvenida a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. / REUTERS

Ruth Ferrero-Turrión

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Finalmente, la Comisión ha dado el primer paso y formalmente ha dado un dictamen positivo para abrir el proceso de incorporación de Ucrania (y también de Moldavia) a la política de ampliación de la Unión Europea. Pero para formar parte oficialmente de esta herramienta de la política exterior europea también será necesaria la aprobación por unanimidad de todos los estados miembros a que estos países realicen el tránsito desde la Política Europea de Vecindad hacia la de Ampliación. 

El mantra de “Ucrania está pagando por su libertad y su futuro europeo con sangre” que se ha ido escuchando sin cesar desde hace semanas ha hecho sus efectos y efectivamente ha dado un paso de gigante para conseguir una perspectiva europea a la que ya apelaron en 2014. El problema, claro, es cómo se va a proceder una vez otorgado el estatus de candidato, cuáles van a ser los plazos para ello, y cuál va a ser la actitud de Bruselas en relación con todos los países que ya se encuentran en la sala de espera de la UE y a los que todavía no se les ha dado una solución después de casi dos décadas de entrar en ella.

Muchos son los interrogantes que se abren y a los que es difícil responder, pero la impresión es que la Comisión ha actuado con cierta cautela y dejando el balón en el terreno del Consejo y de los estados miembros. Así y siguiendo la nueva metodología aprobada hace un par de años, el proceso puede ser reversible e incluso paralizarse por parte de los estados miembros. Que les pregunten a Macedonia del Norte y Albania, o incluso a Turquía.

Pero quizás lo más comprometido de este paso adelante de la Comisión es que se realiza en un contexto de guerra, con todo lo que ello lleva acompañado. Así, Ucrania sigue padeciendo el ataque ruso en su territorio del que ya ha perdido en torno al 20%, se encuentra además en un momento extremadamente crítico en el ámbito económico con todas sus fuentes de ingresos bloqueadas y siendo dependiente de los fondos y armamento procedentes del exterior. En estas circunstancias parece evidente un país que no solo no tiene controlado su territorio, sino que tiene una guerra abierta en él esté en condiciones de comenzar una negociación de adhesión a la UE. Si nos fijamos en otros países y salvando las distancias demográficas y territoriales, Bosnia-Herzegovina vive en una situación de posconflicto desde 1995 y todavía espera a ser reconocida como país candidato. 

Ofrecer la membresía a Ucrania puede ir incluso en detrimento de la imagen de la UE. Como se puede observar en los Balcanes, la generación de expectativas incumplidas provoca desconfianza y pérdida de legitimidad de la UE como actor regional. La pérdida de la credibilidad de Bruselas puede todavía debilitarla aún mas frente al papel de EEUU, que busca fortalecer su estrategia de seguridad en Europa para poder centrarse en lo que realmente le interesa, Asia-Pacifico, y no le importa en absoluto hacerlo en detrimento de su socio europeo.

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