Artículo de Sergi Sol

Por unos tuits más

A cuento de salvar el catalán hay quienes hacen lo indecible para poner en riesgo su continuidad y validez como lengua vehicular de la educación y común de todos los catalanes

Artur Mas en una imagen de archivo.

Artur Mas en una imagen de archivo. / MANU MITRU

Sergi Sol

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Artur Mas ha sido la última voz sensata que ha expresado su desolación ante el rechazo del nacionalismo más castizo a consensuar una amplia mayoría política en defensa de la escuela catalana. No es para menos. A cuento de salvar el catalán hay quienes hacen lo indecible para poner en riesgo su continuidad y validez como lengua vehicular de la educación y común de todos los catalanes. De hecho, aunque no lo expliciten abiertamente aún, su voluntad sería reproducir el sistema vasco de separación lingüística. Un modelo en crisis en Euskadi que cada vez más ve en el sistema de inmersión catalán el patrón a seguir.

Por un puñado de tuits, los más aguerridos defensores del catalán se cargaron un laborioso acuerdo gestado por Irene Rigau, exconsejera del último Gobierno de Mas. Eso de pactar la lengua con los españolistas del PSC y Comuns como que era una rendición. Y ¡ojo! Que por unos tuits más, los del Partido del Twitter no vuelvan erre que erre en sus trece intentando socavar el consenso. La cabra tira al monte. Su praxis enturbia acuerdos nacionales e impulsa a una radicalización estéril, a un purismo esencialista, contraproducente en todos los sentidos. Al menos, para la vitalidad y futuro del catalán.

No hay más. Cualquier razonamiento carece de sentido. Cualquier explicación es superflua. Solo responde a una explotación sentimental, sin ton ni son. Es una concepción de la política alejada de cualquier planteamiento que no sea retroalimentar unas tesis patrimonialistas. Y, de paso, a la derecha más anticatalana. Abrazan con tanta pasión la causa del catalán que acaban por estrangularla. A conciencia.

La actitud no puede ser la madre chantajista del juicio salomónico que apuesta por desmenuzar al bebé. O para ellos o para nadie. Y si ese menester requiere quebrar la sociedad y dinamitar todo consenso de país sobre cuestiones que exigen la mayor de las mayorías posibles, no dudarán. No les temblará el pulso. Porque actúan bajo un manto mesiánico, son los elegidos para salvar el catalán de todas sus amenazas, que no son pocas. Empezando por la venenosa praxis de los que dicen querer salvarlo. Crucemos los dedos y que por unos tuits más no se vuelvan a descolgar.

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