Artículo de Ernest Folch

Lecciones y deberes para Sant Jordi 2023

La festividad es indestructible, pero esto no quiere decir que no pueda evolucionar: podría ampliarse a más días (en 2023 podría ser todo el fin de semana), podría prescindirse del descuento y los libreros podrían tener más espacio

BARCELONA 23/04/2022 Barcelona Icult Ambiente general en la diada de Sant Jord en el Passeig de Gràcia, libros, rosas, lluvia y viento. FOTO de RICARD CUGAT

BARCELONA 23/04/2022 Barcelona Icult Ambiente general en la diada de Sant Jord en el Passeig de Gràcia, libros, rosas, lluvia y viento. FOTO de RICARD CUGAT / Ricard Cugat

Ernest Folch

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Este pasado Sant Jordi fue una vez más un gran día, pero el temporal y sus consecuencias nos dejaron unos cuantos deberes para el futuro. Que sea una gran fiesta no quiere decir que no sea mejorable, y aquí van algunas reflexiones y propuestas.

Sant Jordi es indestructible

Quizás no nos damos cuenta de que de todos los grandes acontecimientos que se celebran en nuestro país solo uno tiene la capacidad de movilizar a millones de personas sin necesidad de ninguna campaña de márketing. Es una fiesta popular única en el mundo, convertida en una tradición ineludible, como demuestran las miles de personas que, aun lloviendo o granizando, aguantaron estoicamente bajo la lluvia: fui testimonio de cómo una mujer de 85 años soportó sin paraguas una larguísima cola, durante más de una hora, todas las inclemencias del tiempo bajo un temporal apocalíptico solamente para tener la firma, y sobre todo el cariño, de Pablo Iglesias.

Sant Jordi es peatonal

A pesar del mal tiempo, la jornada demostró el éxito de la iniciativa de la 'superilla' de Sant Jordi. La experiencia de cortar por primera vez la gran mayoría de las calles centrales del Eixample permitió dar cabida a las grandes riadas de gente y facilitó los desplazamientos a pie. Los atascos que se producían en algunas zonas del paseo de Gràcia antes de la pandemia provocaban que en algunos puntos las librerías llegaran a ser inoperativas. Además, asociar una fiesta como la de Sant Jordi a la nueva movilidad que prioriza el peatón por encima del coche es inteligente y bueno para todo el mundo. Lo que sí que habría que mejorar es la velocidad de evacuación en caso de temporal o accidente, pero lo que es evidente es que la 'superilla' ya no tiene vuelta atrás.

Sant Jordi es exterior

Hay quien, a posteriori, ha lamentado que Barcelona no tuviera alternativas a cubierto en caso de mal tiempo. Quien dice esto parece que desconozca que no puede haber ningún recinto interior que pueda hacer de librería a millones de personas ávidas de comprar libros en pocas horas. Pero es que, además, la fiesta de Sant Jordi ha sido concebida para disfrutarse en el exterior, y el paseo es consustancial al acto de comprar libros y rosas. Por eso, más que modificar la naturaleza de la fiesta, parece más sensato, en próximas ediciones, prever carpas más sólidas o tener seguros contratados para compensar las pérdidas de los libros mojados (como hace, por ejemplo, toda la payesía).

¿Sant Jordi sin descuento?

Cuando, hace más de cincuenta años, Sant Jordi era todavía una fiesta tierna y poco consolidada se entendía por qué era necesario el descuento del 10%. El estímulo del precio ayudó durante las primeras décadas a que la gente se hiciera suya esta tradición. Pero actualmente es muy difícil de justificar: ¿alguien se imagina que el día 24 de diciembre las pastelerías se unieran para rebajar el precio del turrón de Jijona? Este año, por ejemplo, se podría haber compensado una parte de los libros dañados de no haberse aplicado el 10% de descuento, que asumen a partes iguales libreros y editores. A estas alturas, es difícilmente defendible que la motivación de compra en este día tan especial sea el precio.

¿Sant Jordi en un solo día?

Desde hace muchos años, hay una discusión entre los que quieren convertir el día de Sant Jordi en una semana de Sant Jordi y los que abogan por no tocar lo que ya funciona. Sin embargo, las pérdidas ocasionadas por el vendaval invitan a la reflexión, y quizás un punto medio sería convertir el Sant Jordi 2023 (que cae en domingo) en el fin de semana de Sant Jordi, y aprovechar así la infraestructura para el día antes, sábado. Esto permitiría minimizar los riesgos generados por el mal tiempo. Parece cada vez más inasumible poner todos los huevos en la meteorología de un solo día.

Sant Jordi puede evolucionar

Que Sant Jordi sea indestructible no quiere decir que no pueda mejorar. Por ejemplo, reflexionar sobre si los libreros, que son quienes de verdad saben vender, deben tener todavía más y mejor espacio: una idea sería que las librerías ganaran metros, se quedaran con el espacio del paseo de Gràcia y los editores ocuparan otras calles. Por ejemplo, organizar mejor las colas de las firmas de los autores: la experiencia acumulada debería servir para evitar que autores que generan grandes colas bloqueen el poco público que tienen los más modestos. O, por ejemplo, modernizar y unificar la rotulación de las carpas para dar una imagen todavía más cuidada.

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