Artículo de Liliana Arroyo

El nuevo postureo express de BeReal

Es una red social que reclama la naturalidad, huir del filtro y de la espontaneidad prefabricada

Caen a nivel mundial los servicios de Facebook, Instagram y WhatsApp

Caen a nivel mundial los servicios de Facebook, Instagram y WhatsApp / Vídeo EFE

Liliana Arroyo

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Me gusta lo espontáneo porque me permite ver la esencia de la otra persona. La naturalidad de lo genuino y la transparencia franca son cualidades humanas que nos acercan. Tienen también ese matiz de singularidad, religadas a lo propio y lo particular. En clave sociológica, las actitudes espontáneas nos ayudan a vincularnos de tú a tú - siempre y cuando se circunscriban al marco del imaginario común y no sean impulsos dañinos -. Digamos que es en aquellas sociedades en las que hay espacio para lo espontáneo donde existe el margen para la confianza interpersonal, necesaria para tejer la estructura social de abajo arriba.

Lo podemos llevar también a lo político, escribía Hannah Arendt que en las sociedades totalitarias se suspende la espontaneidad y la particularidad, para reducir la personalidad humana a sujeto de obediencia. La pérdida de la individualidad es siempre una mala noticia para las libertades, comprimiendo la capacidad de lo fresco y lo nuevo. Si la espontaneidad es aire, la rigidez y la homogeneización son tierra.

Ahora bien, cierta homogeneización existe también en contextos democráticos. Hablemos de la moda, por ejemplo, fenómeno que aparece en las sociedades modernas y que fue objeto de estudio sociológico por el vínculo entre moda y comportamientos normativos. Hablaron de moda autores como Simmel, Veblen o Bourdieu. Precisamente Veblen exploró cómo lo personal y lo colectivo encontraban en la moda un lugar común, en el sentido más radical de lo comunitario como espacio de pertenencia. Veblen añadía que la moda es la mejor forma que tienen las personas tímidas de pasar desapercibidas entre la multitud.

Cómo se traduce todo esto en las redes sociales es hoy uno de los campus de estudio de las humanidades digitales. Por un lado, internet era la promesa de la libertad particular anónima, hasta que llegaron las redes sociales donde sólo puedes operar si muestras quién eres. Las plataformas mayoritarias están atravesadas por el postureo, cada una a su manera, porque en Instagram se espera que muestres quién eres a través de cómo vives, mientras en TikTok te expones a través de tus habilidades. Un par de años atrás escribí que el postureo es una de las violencias más dulces que nos ejercemos. Es una forma de presión social que pudo empezar por diseño de las plataformas, pero que somos tú y yo quienes perpetuamos estas normas no escritas, cuando hacemos like a lo que se supone que es una vida perfecta.

Por suerte, las exigencias del postureo y sus consecuencias son objeto de debate y, cada vez más, hay más entornos digitales donde se reivindica la naturalidad y la espontaneidad. Desde los 'influencers' que han explicado la ansiedad que les genera ser siempre creativos y cada vez más productivos para servir al algoritmo, hasta cuentas que se dedican a desmitificar las fotos de cuerpos imposibles. En las redes, lugar de contradicciones, existe un refuerzo imperante de los estereotipos de género a la vez que puedes encontrar rincones maravillosos de personas que apuestan por la diversidad corporal.

En mitad de todo ello, hace unos días descubría una nueva red social que nació en 2022 para reclamar precisamente la naturalidad, huir del filtro y de la espontaneidad prefabricada. BeReal, cuyo nombre es toda una declaración de intenciones, pretende entonces liberarnos del corsé posturil y para ello lanza un aviso diario donde tienes dos minutos para colgar una foto. Tal cual, estés donde estés y hagas lo que hagas, el margen son 120 segundos para apretar el botón. Un solo clic que captura la imagen de lo que se ve en la cámara delantera y el objetivo modo selfi. No hay demasiado tiempo para pensar la instantánea ni para retocar el resultado.

Y el tecnocapitalismo es así: una app que pretende ser una oda a la espontaneidad a través de un aviso aleatorio que te impone cuándo es el momento de la foto. Suma la adrenalina de la cuenta atrás (bien visible) y la sensación de comunidad imaginada: sabes que cualquier usuario ha recibido el mismo aviso que tú. Te sientes casi en una misión, con el premio de poder ver luego donde ha pillado la llamada a los demás. Algunos usuarios bromean que es inevitable que te enganche entre las sábanas, a punto de llegar tarde o en la intimidad del baño. Esa combinación de sorpresa, exposición y 'voyeurismo' quizá apuesten por la espontaneidad, pero lo que consiguen es una variante nueva: el postureo 'express'.

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