El sexo infrarrepresentado
En un contexto no ideal, pero de progreso moderado, llega la propuesta de directiva de la Unión Europea que recomienda una cuota de mujeres en los consejos de administración de las empresas en 2027
Ester Oliveras
Economista. Profesora en la Universitat Pompeu Fabra (UPF).
En unas semanas de información preocupante centrada en la guerra y en subidas de precios, una noticia ha pasado casi desapercibida: la propuesta de una nueva directiva europea recomendando cuotas de género en los consejos de administración de empresas con más de 250 personas trabajadoras y cotizadas. Para ser justa, la propuesta utiliza la expresión de cuotas del "sexo infrarrepresentado". Creo que no me equivocaré si afirmo que no existen grandes empresas excesivamente feminizadas. Pero, si fuera el caso, los hombres pueden estar tranquilos.
Tradicionalmente, el feminismo liberal ha militado contra las cuotas: “si llegas, llegas, y si no es que no vales lo suficiente”. Las cuotas se critican por su excesiva rigidez; por no tener en cuenta el talento y experiencia disponibles según el sector, y por situar en una hipotética situación de desapoderamiento a las mujeres que han conseguido su silla 'por cuota' y en vez de por méritos propios. En este sentido, la CNMV, en su Código de Buen Gobierno del año 2015, recomendaba la inclusión de mujeres en los consejos de administración a efectos de tener una mayor diversidad, pero sin entrar en cuantificar porcentajes.
Pero el lento, lentísimo, avance en la incorporación de mujeres en puestos de alta responsabilidad está cambiando las opiniones respecto a las cuotas. Incluso a las personas más liberales les cuesta explicar cómo, con una base sólida de mujeres graduadas superior a la de los hombres, no hay un mejor equilibrio en posiciones de poder. Por ello, en la última revisión del Código de Buen Gobierno que realizó la CNMV se incorporó por primera vez una recomendación numérica y temporal: el 40% de mujeres en los consejos de administración para finales de 2022. ¿Esto quiere decir que se va a conseguir? No. Pero al menos queda constancia de qué empresas están siguiendo -o no- las recomendaciones de la CNMV. El último informe de Atrevia-IESE sitúa la presencia media de mujeres en 11 puntos por debajo de la recomendación. Las empresas que forman parte del Ibex-35, y que son objeto de todas las miradas, salen mejor paradas y ya cuentan con una tercera parte de mujeres en sus consejos.
En este contexto no ideal, pero de progreso moderado, llega la propuesta de directiva de la Unión Europea con el mismo número mágico del 40%, pero especificando consejeras no ejecutivas y con otra fecha: 2027. ¡Cinco años más tarde! El motivo es que la directiva debe ser generosa para acomodar los ritmos desiguales de los países miembros. Por suerte, la propuesta europea plantea otras opciones para los países más avanzados en este aspecto.
La primera, la más sencilla, consistiría en no transponer la directiva. Esto es una posibilidad en el caso de que el país ya tenga políticas nacionales propias que garanticen avances.
La segunda consiste en entrar en el detalle de la composición de los consejos de administración con otra variable añadida al género: el poder de los consejeros. Y es que no todos los miembros de un consejo de administración nacen iguales. Existen consejeros externos o independientes, y consejeros internos. El poder de influencia, ejecución y decisión reside, principalmente, en los consejeros internos. En este sentido, la directiva propone una segunda cuota: el 33% pero incluyendo en el cómputo todos los miembros del consejo de administración, independientes o no. Bajo esta mirada, los números de las empresas españolas no serán tan favorables ya que según el informe de Atrevía-IESE las consejeras ejecutivas representan un raquítico 4%.
Otro argumento a favor de transponer la directiva europea, en la versión del 40% o del 33%, es que será de aplicación más allá de las empresas que cotizan en mercados de valores, a empresas con más de 250 personas trabajadoras y que actualmente no tienen ninguna recomendación cuantitativa de cuotas, aunque sí de tener aprobados planes de igualdad.
Esta presión a la incorporación del talento femenino ha traído consigo un fenómeno curioso: la proliferación de formación específica para mujeres que desean entrar en consejos de administración. Por descontado, una formación que los hombres consejeros no han necesitado, ni necesitan, porque se les considera de entrada competentes. Una ventaja de salida que, a veces, las mujeres no tienen.
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