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Bridgerton 2, el viaje al pasado que gusta hasta en TikTok

Más de 70 series históricas se estrenarán este año en total, una cifra récord, y los psicólogos encuentran una explicación al fenómeno

Lady Danbury de Bridgerton

Lady Danbury de Bridgerton

Carol Álvarez

Carol Álvarez

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En la localidad inglesa de Bath, en Somerset, se levanta un edificio noble que alberga un museo, el Holburne Museum, que estos días recoge colecciones de arte dedicadas a los Tudor y a la historia de la esclavitud. Tiene a bien estar consagrada en sus principios fundacionales a "cambiar las vidas a través del arte", y desde luego se vuelca en ello. Además de proteger el legado artístico que posee y exhibe, ofrece sus dependencias para convenciones y actos privados  uno de sus reclamos es alquilar el espacio para celebrar bodas inolvidables con el gancho imbatible de ser escenario de la serie Bridgerton.

En efecto, el palacio aparece en varias ocasiones como residencia de Lady Danbury, uno de los personajes más carismáticos de la primera temporada de la serie y que regresa en pocos días a nuestros hogares a través de Netflix. Los escenarios de la serie en Bath y otras localidades británicas han experimentado un boom turístico a oleadas alternas con las crisis periódicas del coronavirus: cuando las restricciones del covid aflojaban y la gente recuperaba un poco el pulso de la vida, salía de sus casas a experimentar el eco de las emociones e intrigas que le reconfortaron tanto desde el sofá en lo peor de la crisis.

No ha sido solo en el Reino Unido ni siquiera por la pandemia: hemos prolongado nuestra incertidumbre y angustia con el horror ante los bombardeos y el pánico al desastre nuclear y muertes que sugiere la invasión rusa de Ucrania. Las movilizaciones y paros ante el aumento de precios ha llevado a muchos a la calle, a más miedo, desabastecimiento de alimentos y preocupación en buena parte de la población. ¿Cómo no vas a querer viajar a los tiempos de Bridgerton?

La serie, que se ha ganado el favor de los fans, es la última de un boom del género histórico, desde el realismo de The Crown a otras ficciones elevadas como Downton Abbey, otras aún más amables como Los Durrell o Todas las criaturas grandes y pequeñas...todas ellas atrapan al espectador en complicados peinados y más complejos rituales de cortejo y relación social.

La búsqueda de la evasión ya no se conforma con otros paisajes: queremos irnos a otra época en la que también habrá problemas, pero serán muy distintos y con la garantía de solución al final. Más de 70 series históricas se estrenarán este año en total, una cifra récord, y los psicólogos encuentran una explicación al fenómeno. Pamela B. Rutlege, del Media Psicology Research Center, defiende las bondades para la salud de la receta de series como Bridgerton, la saga familiar de la novelista Julia Queen que sigue los percances y enamoramientos y negocios de una clase acomodada en un tiempo en que la castidad y el recato eran un valor que puede ahora parecernos extraterrestre. 

Neuronas espejo

Ficciones así, en serie televisiva o en libro, avivan nuestras neuronas espejo y nos permiten experimentar emociones aparentemente alejadas de nuestro día a día pero conectadas en lo esencial, la necesidad de formar parte del sistema, de una comunidad, de compartir valores. Como a través de un "simulador de vuelo", cuenta Pamela B. Rutlege a la televisión CBC, los riesgos y estrategias de los personajes para conseguir salir airosos de sus lances nos entrenan ante el estrés sin riesgos, al hacernos jugar con los enredos de la trama, como en un videojuego pasivo en que la partida solo transcurre en nuestra cabeza.

Las series de época han pulverizado, bajo esta crisis encadenada que padecemos, con los nichos generacionales de audiencias. Jóvenes con estética Hentai, moños en el pelo con largos mechones azules, comparten en foros anime una afición por la serie que las aúna con la amplia generación TikTok pero también las amas de casa que crecieron con las propuestas de la BBC, hipnotizados todos ante los corsés y el recato extremo alicatado en vestidos con un vuelo imposible, en dilemas amorosos indescifrables en tiempos de Tinder, pero que les permitirán olvidar, por un rato, desde los problemas que les ha generado la última actualización de Google Drive hasta su miedo a la inestabilidad que nos ha traído la globalización y guerra.

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