Cultura

Gemma Sendra y Ernest Maragall

Gemma Sendra es concejala de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona y Ernest Maragall, presidente del grupo de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona y diputado en el Parlament.

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El Primavera Sound, en riesgo por la inacción de gobierno

El Ayuntamiento tiene que asegurar el equilibrio y la sostenibilidad del conjunto del ecosistema de festivales de la ciudad

Concierto del Primavera Sound del 2020 en el Anfiteatro del Fòrum con medidas anticovid.

Concierto del Primavera Sound del 2020 en el Anfiteatro del Fòrum con medidas anticovid. / Ferran Sendra

Barcelona es una ciudad capaz de generar iniciativas culturales de gran calidad: Primavera Sound, Sónar, DocsBarcelona, por ejemplo, se han convertido, después de años de tenacidad, en referentes internacionales.

Competir a una escala global requiere tomar compromisos de contratación a largo plazo y asumir riesgos económicos y organizativos (especialmente complicados en años de pandemia).

La apuesta por la cultura en Barcelona es compartida y asumida desde hace mucho de tiempo por todos los agentes de la ciudad y es utilizada como eslogan de publicidad institucional. Aun así la inacción del Gobierno municipal últimamente ha contribuido a la inseguridad y la tensión, llegando a poner en entredicho la continuidad de estas iniciativas.

A nadie se le escapa que el anuncio del Primavera Sound de aterrizar en Madrid viene dado por la falta de norte cultural de la ciudad de Barcelona, que ni acompaña en el crecimiento, ni aporta visión, ni ayuda a cohesionar cultura y ciudad. Al contrario, contribuye a que aquello que sería un motivo de éxito y orgullo para toda la ciudadanía de Barcelona se convierta en un problema, mal resuelto y mal gestionado.

El diálogo con el Primavera Sound ha sido rocambolesco durante un año, sin acabar de definir las condiciones y compromisos que deben asumir ambas partes, convirtiéndose en un claro ejemplo del despropósito, falta de liderazgo, de visión y de capacidad de gestión del equipo municipal. Y este no es el único ejemplo: después de más de 25 años de éxito, el DocsBarcelona sigue dependiendo casi exclusivamente de las ayudas de la Unión Europea o del Estado y el Sónar no tiene todavía un contrato de disponibilidad de espacio con Fira de Barcelona -a pesar de que se celebra en este recinto desde 2001-.

Lo que habríamos esperado del Gobierno Colau-Collboni es que convirtiera el éxito del Primavera en una oportunidad para el conjunto del ecosistema musical de la ciudad, que negociara fortalecer la presencia de artistas locales en las diferentes sedes del festival y que se implicara comprometiendo la visibilidad de los músicos de la ciudad en los encuentros que el Primavera organiza con 'managers' y programadores internacionales durante el festival.

El Ayuntamiento tiene que asegurar el equilibrio y la sostenibilidad del conjunto del ecosistema de festivales de la ciudad regulando condiciones y ordenando un calendario, que garantice el buen funcionamiento de todos ellos (Sónar, Cruïlla...) y de la propia ciudad. Nada más lejos de lo que ha ocurido. El ICUB no sabe todavía cuál es su rol como impulsor cultural y la empresa municipal (BSM) que gestiona el espacio del Fòrum tiene como único objetivo conseguir la máxima rentabilidad económica. Intensificar la ocupación del espacio público sin tener en cuenta el interés cultural de cada actividad ni su impacto territorial acaba creando un conflicto innecesario entre vecindario y festival.

Gestionar la ciudad es gestionar conflictos, convirtiéndolos en oportunidades. Después de 20 años el espacio del Fòrum ha quedado sobrepasado: la proximidad de las zonas residenciales, la falta de infraestructuras técnicas y de seguridad tienen que hacer pensar en una nueva ubicación para estos grandes festivales. El Sónar nació en medio del Raval cuando tenía 6.000 espectadores. Hoy tiene 20 veces más y en su recorrido -igual que el Primavera Sound- el Poble Espanyol, la Fira o ahora el Fòrum han sido escenarios que han acompañado una trayectoria de crecimiento.

El éxito ha convertido estas iniciativas en festivales globales, que tienen una dimensión superior y que requieren de infraestructuras pensadas a la escala de lo que son. Hay que prever infraestructuras culturales metropolitanas, al mismo nivel que se contemplan las nuevas zonas de centralidad económica, de comunicaciones o residenciales.

Tenemos que promover que el talento que se concentra durante unos días en la ciudad colabore y trabaje tanto en los espacios de creación como en los de formación (Taller de Músics, Esmuc, etcétera). Pero también dando facilidades y visibilidad a los programadores y salas de música en vivo durante todo el año, creando espacios de ensayo para los músicos y grupos emergentes, incrementando las ayudas y becas tanto de creación como de formación y comprometiendo las radios y televisiones públicas en su difusión.

Por eso necesitamos un Gobierno que crea de verdad en la cultura de la ciudad, que colabore con todos sus agentes, que acompañe en su interrelación y su crecimiento. Un Gobierno sin miedo. Convencido de que la cultura es el carácter y el futuro de la ciudad. No lo tenemos.