Supermercados fantasma

¿Quién no tiene diez minutos para comprar?

El mercado nos está cogiendo por la solapa para que adquiramos cosas que, para ir bien, no tendríamos ni que desear

Pancarta contra el 'supermercado fantasma' en el barrio de La Maternitat i Sant Ramon, en Les Corts.

Pancarta contra el 'supermercado fantasma' en el barrio de La Maternitat i Sant Ramon, en Les Corts. / Laura Guerrero

Maria Rovira

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Seguro que habéis visto anuncios; yo por Barcelona los veo en todas partes. Getir, logo lila y amarillo. Son cadenas de 'supermercados fantasma', 'dark stores' en inglés, que te prometen la compra a casa en diez minutos. Esto funciona con supermercados sin clientela y trabajadores con carretilla corriendo por los pasillos cogiendo los productos, que pasarán a manos de un repartidor, quien tendrá 8 minutos de reloj para llegar al domicilio. Esto solo es posible mediante la llamada 'capilaridad inmobiliaria': tener una red de centros bien tupida.

El desembarco de estas empresas es opulento y generoso: grandes campañas de publicidad, grandes ofertas, cheques regalo de 15 euros. El objetivo es captar clientes aunque se pierda dinero: hay fondo de capital riesgo invirtiendo grandes sumas, y, como siempre, los datos que se obtengan sobre patrones de consumo serán información valiosa aplicable a muchos ámbitos.

En una entrevista, la directora general de Gorillas en España hablaba de “trabajo estimulante” y “adrenalina positiva”, como eufemismo de estrés. Parece 'Black Mirror' pero es el 324.

Las problemáticas de los 'supermercados fantasma' son múltiples: la adquisición masiva de locales como clave de la continuidad del modelo de negocio agravia la presión inmobiliaria salvaje, que hace años que expulsa a gente de su casa y a proyectos del barrio. Un repartidor contra reloj abriéndose paso entre el tráfico es un riesgo para él mismo y para el resto, y el flujo constante de repartidores (unas 1.500 entradas y salidas diarias) anula cualquier actividad posible en aquel tramo de la calle y alrededores. Además, todo beneficio que hagan irá en detrimento del resto de establecimientos, supermercados tradicionales y mercados de barrio.

Hay una voluntad al brindar al consumidor unas comodidades concretas, que se reducen a la inmediatez y el reparto a domicilio. Ni derechos laborales para los trabajadores, ni productos de proximidad, ecológicos, de comercio justo, ni arraigo del proyecto en el barrio, nada. Y yo me pregunto: ¿quién necesita la compra en diez minutos? ¿Quién necesita realmente acudir a empresas de este tipo? ¿Cuántos recursos se están invirtiendo en estos servicios totalmente insostenibles? Ser consciente de toda la cadena existente, entre el paquetito de pistachos y tú, ¿no te disuade de ninguna forma?

El mercado nos está cogiendo por la solapa para que adquiramos cosas que, para ir bien, no tendríamos ni que desear. Y no puedo evitar pensar en el bebé de Nick Jonas y Priyanka Chopra, nacido por gestación subrogada. Sus padres son una pareja heterosexual, rica, famosa y sin problemas de fertilidad; simplemente, a sus agendas no les convenía una fecundación (sí, habéis leído bien), y un embarazo y un parto siempre son una murga. Y la adopción (para la que habrían tenido todas las facilidades) tiene inconvenientes: sí, son criaturas que ya están hechas, posiblemente estén creciendo en condiciones mejorables y necesitan una familia... pero no tienen tu material genético. Y esto es una auténtica lástima. Para las criaturas.

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