En clave europea

Ucrania: Tambores de guerra sobre premisas ficticias

La escalada de la tensión bélica continúa en Ucrania por una promesa de ingreso en la OTAN imposible de cumplir en un futuro previsible, porque antes Kiev debería renunciar a Crimea y lograr una paz duradera con los rebeldes rusófonos del Donbás

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, durante una rueda de prensa en la sede de la Alianza.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, durante una rueda de prensa en la sede de la Alianza. / OLIVIER HOSLET / POOL

Eliseo Oliveras

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Europa se expone al riesgo de un conflicto con Rusia, que puede ser devastador para los ucranianos y que puede hundir la economía de la Unión Europea (UE), sobre la base de dos premisas falsas: que Ucrania puede realmente ingresar en la OTAN en un futuro previsible y que Ucrania puede recuperar Crimea, anexionada por Rusia en 2014. El jefe de la Armada alemana, el vicealmirante Kay-Achim Schönbach, fue forzado a dimitir hace pocos días por admitir públicamente que Ucrania no puede entrar en la OTAN a causa de la guerra en el Donbás y que nunca recuperará Crimea. Ese análisis es compartido calladamente por las principales cancillerías europeas, aunque en las declaraciones oficiales se afirme lo contrario. Incluso el presidente del Estados Unidos, Joe Biden, reconoció en su conferencia de prensa del 19 de enero que de momento "es muy improbable" que Ucrania pueda ingresar en la OTAN.

EEUU y la OTAN han anunciado que no van a enviar tropas para defender a Ucrania y Rusia advierte que no aceptará ninguna expansión adicional de la OTAN hacia el este. Por ello, resulta absurdo exponer a Ucrania al riesgo de un ataque ruso por mantener la ficción de que el país podría realmente ingresar en la OTAN algún día, como se prometió en la cumbre de Bucarest en 2008, bajo presión del presidente norteamericano George W. Bush, que invadió Irak en 2003 con falsos pretextos. La OTAN está prisionera de su principio de "puerta abierta" a nuevos miembros y de una promesa de que no puede cumplir, mientras que para cualquier líder ruso el ingreso de Ucrania en la OTAN supone una amenaza directa para la seguridad de Rusia.

Seguridad colectiva

El artículo 10 del Tratado de Atlántico Norte establece que la admisión de nuevos estados miembros a la OTAN está condicionada a que contribuya a la seguridad colectiva. Dado que el artículo 5 del tratado compromete a todos los miembros a actuar militarmente de forma conjunta contra cualquier ataque armado a uno de ellos, la OTAN no aprueba el ingreso de estados que estén inmersos en conflictos militares o territoriales para evitar verse arrastrada automáticamente a intervenir en ellos.

Por ello, Ucrania, además de sus graves deficiencias por la corrupción y un sistema político controlado por los oligarcas, no puede ingresar en la OTAN mientras no se resuelva la guerra en las regiones rebeldes del Donbás y el problema territorial de Crimea. Para evitar el ingreso de Ucrania en la OTAN, Rusia no necesita invadir el país, le basta con mantener la guerra en el Donbás ad aeternum.

En el caso de que Kiev, aplicando los Acuerdos de Minsk II de 2015, solucionara la guerra civil en el Donbás con una amplia autonomía para esas regiones rusófonas, aún quedaría pendiente el conflicto territorial que representa la anexión rusa de Crimea. Rusia nunca renunciará a Crimea por razones históricas y estratégicas y ni la UE ni la OTAN irán a la guerra, ni ampliarán las sanciones por Crimea. Por tanto, para que ese conflicto territorial dejara de bloquear el ingreso de Kiev en la OTAN, Ucrania debería renunciar formalmente a Crimea, algo que ningún dirigente ucraniano está en condiciones de realizar.

Dilema para la UE y la OTAN

Crimea, que alberga la estratégica base aeronaval rusa de Sebastopol y su Flota del Mar Negro, forma parte de Rusia desde 1783 y está intrínsecamente ligada a la historia rusa por la encarnizada defensa de la península durante la guerra de Crimea (1853-1856) contra las fuerzas combinadas de los imperios británico, francés y otomano y por la numantina resistencia de Sebastopol contra las fuerzas nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Crimea se integró administrativamente en Ucrania en 1954 en el marco de la Unión Soviética por decisión de Nikita Kruschev y como republica autónoma formó parte de la Ucrania independiente de 1991 a 2014. El temor del Kremlin a que el nuevo Gobierno de Kiev surgido de la revuelta de Maidán revocara el alquiler de la base de Sebastopol, como había defendido el recién nombrado primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, precipitó la ocupación de Crimea por fuerzas rusas y la posterior declaración de independencia e integración en Rusia.

Ante la actual crisis, la pregunta que deberían plantearse la UE y la OTAN es qué prefieren: una coexistencia estable con Rusia y una Ucrania democrática y próspera pero neutral o una costosa inestabilidad permanente en el este con elevados gastos militares y una Ucrania empobrecida por los conflictos con Rusia a la que se mantiene la puerta abierta de la OTAN, aunque se sepa que no podrá entrar.

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