Profetas

Cuixart, al rescate de la humanidad

Después de prometernos que Europa esperaba la republiqueta, que las empresas se pelearían por instalarse en Catalunya, y de comprobar al fin la falsedad, no quedaba otra que prometer salvar al mundo

Jordi Cuixart

Jordi Cuixart / EFE / ALEJANDRO GARCÍA

Albert Soler

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¡Acabáramos! No es que los líderes lacistas fueran delincuentes u orates, que entre ambas posibilidades andaba la discusión, lo que ocurre es que son unos misioneros encargados de salvar a la humanidad. Los catalanes venga preocuparnos por haber estado en manos de una tropa que parecen necesitar de alguien que cada mañana les ayude a ponerse los zapatos, y resulta que son enviados de Dios o de los extraterrestres o de quien sea, para salvar al mundo, que Catalunya se les queda pequeña. Lo reveló hace un par de días Jordi Cuixart en Manresa, asegurando que el objetivo de la autodeterminación catalana es impedir que el planeta y la humanidad se vayan al carajo. Desde hace tiempo, la gente se toma a cachondeo cualquier cosa que diga el pobre Cuixart, pero él sabe bien que los grandes profetas han sido siempre víctimas de la incomprensión del populacho. Él, a lo suyo, que la humanidad está en sus manos.

De momento, el bueno de Cuixart se conforma con anunciarnos en lugares modestos el apocalipsis que acontecerá en caso de que el lacismo no triunfe: una charleta aquí, un micrófono amigo allá, una mala resaca acullá. Pero no hemos de tardar en verle por las calles de la gran ciudad, con una túnica y un cayado, anunciando el apocalipsis.

-Arrepentíos, pecadores, el final está cerca.

Para añadir a continuación:

-A menos que el lacismo triunfe y que -eso sobre todo- metáis unos eurillos en esta caja de resistencia que por un casual tengo aquí conmigo.

Yo ya intuía que las cosas de la republiqueta no andaban muy boyantes, cuando en pocos días abandonaron el barco de Waterloo Clara Ponsatí y Ramón Cotarelo, que, pese a lo que todo el mundo cree, son dos personas distintas. Demos gracias a que Cotarelo se calza gafas de las de parecer intelectual, que, si no, a ver cómo lo distinguimos de la Ponsatí. Íbamos a pensar que solo uno ha dejado plantado al Vivales y su Consell per la Republiqueta, y no. Son personas distintas, conste en acta.

Después de prometernos que Europa esperaba la republiqueta, que la ONU nos reservaba asiento en el Consejo de Seguridad, que las empresas se pelearían por instalarse en Catalunya, que todo ello en 18 meses, y de comprobar al fin la falsedad de todo, no quedaba otra que prometer salvar a la humanidad. Si ni así consiguen apoyo alguno más allá de sus fieles de siempre, mejor dejarlo correr. A prometer eso es a lo que se afana Cuixart, a quien habrán encomendado tal tarea por ser de todos ellos el que tiene más aspecto de estar mal de la azotea, cosa que en los profetas es un plus. Si un señor con aspecto normal te augura el apocalipsis, no le haces ni caso, pero si es un tipo con la cara de Cuixart y la expresión de ido que suele componer cuando habla, no puedes evitar cierto canguelo. La barba canosa, tal como se la está dejando nuestro profeta, también ayuda, pero menos.

-¿Y si resulta que el chalado este tiene razón? Mire, sabe qué le digo, póngame un lazo amarillo en la solapa y tenga cinco euros para su hucha, buen hombre. No se lo gaste en vino.

Uno no puede menos que pensar en todo lo que nos habríamos ahorrado de haber sabido antes que los líderes del 'procés' no eran más que una panda de chiflados. Y ellos, de paso, se habrían ahorrado unos años de cárcel: lo ricamente que habrían estado, en el frenopático.

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