ANÁLISIS

Koeman, una piedra en el zapato de Laporta II

Más allá de lo que diga o deje de decir el presidente, parece evidente que su único plan es Messi

Laporta a su llegada este martes al Camp Nou.

Laporta a su llegada este martes al Camp Nou. / JAVI FERRÁNDIZ

Antonio Bigatá

Antonio Bigatá

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Más allá de lo que diga o deje de decir Laporta II, parece evidente que su único plan es Messi. Los mejores analistas deportivos nos lo están recordando: hizo su campaña y ganó las elecciones sin ideas ni precisas ni bien atadas respecto a lo económico, lo deportivo y lo social del club. E incluso respecto a sus compañeros de directiva, ya que no tenía cerrada la cuestión de los avales para el caso de imponerse en las urnas y la composición de su equipo ha estado condicionada por eso. Su personalidad como antiguo ganador, la buena ocurrencia de la lona en Madrid, un buen diagnóstico sobre el inmenso cansancio de los socios tras la etapa Bartomeu y los deseos generalizados de una ruptura desde dentro del club... y el propósito de retener a Messi con una oferta efectiva y deslumbrante era todo su equipaje.

Pero su especialísima personalidad ya ha traído una primera división interna de opiniones en la familia blaugrana. Nadie hubiese discutido que decidiese la continuidad o la sustitución de Koeman, pero lo que ha hecho, una humillación al mito barcelonista, un aplazamiento vergonzante del desenlace, abre el  primer cisma popular en su mandato. Por razones deportivas --su gestión de la plantilla ha sido prometedora--  y por la consistencia del «así no» Laporta ha llegado a su primera rueda de prensa con una masa de seguidores pro-Koeman y otra contra su continuidad. Pero, atención, en el camino ya ha devaluado la autoridad del entrenador para el caso de que siga. Además ha enconado sus ánimos personales para que si tiene que salir la operación del relevo le salga el máximo posible de cara al Barça. E incluso abre incógnitas sobre si Depay y Wijnaldum --que venían por confianza en el técnico holandés-- acabarán firmando en las baratas condiciones previstas si él no continua. Laporta II ha creado una posible bandera que alzar contra él para el caso de que las cosas no vayan bien.

Por mucha palabrería que gaste hay una segunda cuestión, además muy grave, cargando el ambiente. El compromiso del Barça con Florentino y la Superliga era una cuestión de Bartomeu, pero ya es de Laporta II la tozudez de no aceptar que ese proyecto estaba inmaduro, que tenía el fallo esencial de despreciar los méritos conseguidos por los equipos sobre los terrenos de juego, y que encima fue anunciado con una torpeza demoledora por parte del presidente del Real Madrid. Ahora, se diga lo que se diga, la posibilidad del castigo de un año sin Champions es un torpedo bajo la línea de flotación del barcelonismo. Mal jugado todo.

Reconstrucción banal

Las cosas propias mal resueltas minimizan el contrapeso prometedor de los graves problemas deportivos del Madrid tras su temporada paradójicamente en blanco y la huida de Zidane. Viendo lo que pasa con la selección, estamos en un tiempo en el cual el fútbol ahora en España no es Madrid. Pero eso probablemente se desaprovechará. La reestructuración deportiva del Barça que plantea el presidente es banal. Al final acabarán saliendo como siempre los suplentes, los que no perdieron por abulia los partidos decisivos que costaron la Liga. Vendrán algunos refuerzos bien negociados por Bartomeu pero es una incógnita lo que sucederá con los titulares ya gastados y con poco futuro. ¿Habrá decisión? Respecto a las otras incógnitas, siguen ahí. Saldrá del Barça Coutinho (quizás hacia el Arsenal o el Everton) después de que el Barça haya hecho todo lo que hay que hacer para devaluar al máximo su valor en el mercado y lo que pueda cobrarse por su traspaso, y veremos qué pasa con Dembelé y Griezmann. Con todo, como ya se apuntó desde aquí mismo, hay grandes dudas sobre la capacidad vendedora de Laporta II en un mercado tan distorsionado y a la baja como es el actual. 

Probablemente Messi acabará quedándose. Pero no es seguro que eso traiga grandes posibilidades de volver a luchar de verdad por la Champions, ni a dar buenos pasos hacia un gran --y diferente-- equipo cara al futuro más allá de lo que puedan proporcionar los jóvenes pulidos por Koeman. ¿Koeman? Si, ese es el apellido que acompañará probablemente como cantinela a Laporta II, tanto si sigue --sin sentirse querido-- como si no. Porque las dialécticas que acompañan al fútbol y al Barça van por ahí.

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