Nómadas y viajantes

Europa vira a la derecha, Chile salva a la izquierda

Los manifestantes bloquean una calle en Cali (Colombia) para protestar por la reforma fiscal defendida por el Gobierno de Iván Duque.

Los manifestantes bloquean una calle en Cali (Colombia) para protestar por la reforma fiscal defendida por el Gobierno de Iván Duque. / LUIS ROBAYO

Ramón Lobo

Ramón Lobo

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América Latina vira de nuevo a la izquierda mientras que Europa y EEUU, pese a la ilusión de Joe Biden, se derechizan en una mezcla de sálvese quien pueda liberal y trumpismo. No es la izquierda castrista que dominó el escenario de la contestación en la segunda mitad del siglo XX, ni la chavista que vino después. Es algo nuevo que surge más allá de las socialdemocracias en grave crisis de identidad y votos.

En Colombia se libra una batalla contra el Gobierno conservador de Iván Duque. Han pasado de unas protestas contra la reforma fiscal que castigaba a las clases populares y a las medias a una insurrección contra la brutalidad policial, que ha causado la muerte de al menos 24 civiles.

Es un país que sigue atrapado en la dialéctica del conflicto armado pese a los acuerdos de paz. El presidente Duque, su mentor Álvaro Uribe y los paramilitares los hicieron descarrillar. No es fácil la democracia en un país zarandeado durante décadas por tantas violencias, incluida la del narcotráfico que todo lo baña y corrompe.

Lo que sucede en la tierra del coronel Aureliano Buendía es parecido a lo que pasó en Chile en 2019. El levantamiento de los estudiantes colocó al Gobierno de Sebastián Piñera contra las cuerdas. También respondió con antidisturbios, primero, y con el Ejército y el toque de queda, después. Lo que arrancó como una protesta por el precio del metro terminó en la defunción de la Constitución de Pinochet, un candado heredado que impedía una democracia real.

Aviso a los partidos tradicionales

Se certificó su defunción en octubre de 2020, cuando el 78% de los chilenos votó a favor de su derogación. El 15 y 16 del mismo mes se eligieron los 155 constituyentes que redactarán la nueva Carta Magna. La Asamblea estará dominada por independientes de izquierda. Es un aviso a los partidos tradicionales, como lo fue el 15-M.

Lo que sucede en América Latina es una rareza. La extrema derecha estadounidense sigue viva y al ataque. Trata de reescribir el relato del asalto al Capitolio y recortar el derecho al aborto de Texas y otros estados. Va a ser el tema central de las elecciones de 2022, en las que estará en juego el poder legislativo, que Biden disponga de otros dos años para cambiar el tono.

Un estudio del think tank francés (Fondapol) indica que el 41% de los jóvenes europeos de 18 a 24 años se consideran de derechas. Es una tendencia que se ha agudizado con Emmanuel Macron. El número total de franceses que se considera de derechas ha pasado del 33% en 2017 al 38% este año. Es grave porque en mayo de 2022 habrá elecciones a la presidencia. Las opciones de la líder de la Agrupación Nacional (quitaron el nombre de Frente) Marine Le Pen de llegar al Elíseo son mayores que nunca.

La oportunidad de Le Pen

Francia es un país harto de la pandemia, aún golpeado emocionalmente por los atentados de 2015. El islamismo radical favorece a la extrema derecha. Existe un cansancio de la manera de hacer política. Una encuesta de abril de Ifop-Fiducial sitúa a Macron con un 23%-28% de los votos en una primera vuelta y Le Pen con un 25%-27%. Hay otras que la colocan en cabeza. El Partido Socialista sigue tan hundido que no lo resucita ni la popular alcaldesa de París, Anne Hidalgo, que apenas llega al 8%. Es cierto que queda mucho, y siempre hay sorpresas, pero la tendencia es preocupante. Le Pen roba votos en los caladeros de la derecha gaullista y en los distritos que fueron comunistas. Ganaría a cualquiera en una segunda vuelta, menos a Macron. Algo que está por ver.

El actual presidente venció en 2017 porque lo apoyó gran parte de la izquierda para impedir la victoria de Le Pen al Eliseo. En estos años ha traicionado a todos sus compañeros de viaje. Será difícil que se repita en esos números en 2022, lo que deja la presidencia en márgenes muy estrechos. Una victoria de Le Pen sería un terremoto en Europa con fuertes réplicas en España.

Las izquierdas tradicionales europeas han perdido el pulso con la realidad. Viven en un mundo de eslóganes. Los socialdemócratas están muertos en Italia y Grecia, y gravemente enfermos en el Reino Unido y Alemania. Resurgen Los Verdes con un discurso centrista enfocado en el cambio climático. Las izquierdas poscomunistas perdieron su momento en Italia y España.

El conservadurismo de los jóvenes europeos beneficia a la extrema derecha y a su discurso simplista: no a la inmigración, no a Europa, no al aborto y a la eutanasia. La pandemia va a extremar esta tendencia en un mundo con cada vez vez menos trabajo, más incertidumbre y más odio. Se resume en una palabra: miedo.

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