Opinión | Editorial

El Periódico

Retrasos, también con el PIB

La rebaja de las previsiones significa también que la recuperación se aplaza un trimestre sobre lo previsto, y sin señales claras sobre qué sucederá con el empleo

MADRID  12 03 2021 - La vicepresidenta de Asuntos Economicos  Nadia Calvino  da una rueda de prensa tras la reunion extraordinaria del Consejo de Ministros  este viernes en Madrid  El Gobierno aprueba en Consejo de Ministros extraordinario un plan de ayudas a empresas dotado con 11 000 millones de euros para transferencias directas  recapitalizaciones y reestructuraciones de deuda  EFE Zipi

MADRID 12 03 2021 - La vicepresidenta de Asuntos Economicos Nadia Calvino da una rueda de prensa tras la reunion extraordinaria del Consejo de Ministros este viernes en Madrid El Gobierno aprueba en Consejo de Ministros extraordinario un plan de ayudas a empresas dotado con 11 000 millones de euros para transferencias directas recapitalizaciones y reestructuraciones de deuda EFE Zipi / EFE / Zipi

Sabíamos que la salida de la actual crisis sanitaria y socioeconómica sería una carrera de fondo, pero cada nuevo retraso o postergamiento de las previsiones -en la campaña de vacunación, en las ayudas a las empresas, en la llegada de los fondos europeos...- significa que la meta se aleja un poco más. Que la recuperación tardará más en llegar. El Gobierno prevé que hasta finales del próximo año 2022 la economía española no volverá hasta los niveles previos a la pandemia. El Fondo Monetario Internacional (FMI) es incluso más prudente y lo sitúa en 2023. Y, mientras tanto, ¿qué pasará este año? En sus últimas previsiones, el Ejecutivo estima un alza del PIB del 6,5% para 2021, es decir, siete décimas menos respecto de sus propios cálculos anteriores -quizá demasiado optimistas- y más en la línea con las previsiones del FMI, que espera un 6,4% de crecimiento en España.

La rebaja en las previsiones, según la actualización del cuadro macroeconómico para el 2021-24 presentado este viernes por la vicepresidenta segunda y ministra Nadia Calviño, significa también que la recuperación se retrasa un trimestre. Tres meses que pueden significar un serio contratiempo para empresas al borde del cierre y para trabajadores en paro o erte. Y aunque la titular de Economía acusó este cálculo a la baja a que la tercera ola de pandemia ha tenido un impacto en la economía peor del esperado, no hay que desmerecer otro factor igual de decisivo: los fondos europeos, cuyos efectos a corto plazo no serán, al parecer, tan grandes como se esperaba. El Tribunal Constitucional alemán ha frenado las ayudas europeas, y este retraso -uno más- evidencia la debilidad española de haber fiado la recuperación económica a los 140.000 millones que le corresponden de esos fondos.

El próximo miércoles, el Gobierno presentará el plan de recuperación que debe enviar a Bruselas para acceder a estas ayudas, de las que depende para impulsar todas las inversiones públicas y privadas que necesita el país, y que de momento no se han producido. Con este escenario de espera, es inevitable la comparación con el magnífico plan de estímulo de la Administración de Joe Biden para Estados Unidos, mejor dotado económicamente y con menos trabas burocráticas que el de la Unión Europea.

Decía el FMI en su Asamblea de Primavera que España será el país que más crecerá este año (un 6,4%). En parte es una muestra de la resiliencia de su economía, pero también una consecuencia de que España también fuese el país cuyo PIB se desplomó más el año pasado (un 10,8%). Así que, en realidad, aún queda para recuperar todo el terreno perdido. Sí se debe apuntar que la curva asciende más rápido que en la anterior crisis financiera. Pero hay aún un elemento más preocupante que el del PIB%: el empleo. El crecimiento económico debería ir acompañado de una creación neta de ocupación, si no será desigual, y las previsiones del FMI no son positivas: España, el país que más crecerá, será también el que tenga el paro más elevado (18,6%). Suena paradójico, pero puede ser el resultado de la falta de políticas efectivas para impulsar el mercado laboral. Los ertes han sido una herramienta de choque muy valiosa, pero tras un año de pandemia la prioridad de las políticas laborales deben centrarse en la creación de ocupación. Ello también se consigue agilizando las ayudas directas a las empresas y los autónomos, generadores de empleo que resisten como pueden los vaivenes de decisiones políticas, en ocasiones contradictorias y no siempre bien explicadas.