Polémico cambio normativo en Francia

El 'giro autoritario' de Macron

Ilustración de Leonard Beard

Ilustración de Leonard Beard / periodico

Rafael Jorba

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¿Está Emmanuel Macron imprimiendo un ‘giro autoritario’ a su política, con la mirada puesta en las presidenciales del 2022, del mismo modo que François Mitterrand dio el ‘giro del rigor’ (‘tournant de la rigueur’) en marzo de 1983? En aquella ocasión, con tres devaluaciones del franco de por medio, el presidente enterró la política expansiva del Programa Común con el PCF y, de la mano de Jacques Delors, entonces ministro de Economía, optó por la austeridad.

Ahora el presidente Macron libra dos partidas simultáneas: la lucha contra el covid-19, al igual que sus homólogos europeos, y una batalla particular para reforzar la política de seguridad. Esta ofensiva, que estaba ya en marcha antes de los atentados islamistas de Conflans-Sainte-Honorine y Niza, se ha visto ahora reforzada con el endurecimiento de dos leyes en proceso de tramitación: la ley sobre la seguridad global y la ley contra los “separatismos”.

El primero de estos textos fue aprobado en primera lectura el 24 de noviembre por la Asamblea Nacional. El punto más polémico es su artículo 24: prevé castigar con un año de prisión y 45.000 euros de multa la difusión de “la imagen del rostro o de cualquier otro elemento de identificación” de miembros de las fuerzas de orden público en el curso de las manifestaciones para evitar que se atente contra su “integridad física o psíquica”.

Esta controvertida medida, aplaudida por los sindicatos policiales, es calificada de ‘liberticida’ por la oposición de izquierdas, las organizaciones de derechos humanos y las asociaciones de periodistas. Sus detractores consideran que la ley atenta de forma desproporcionada contra la libertad de información. Incluso la Comisión Europea recordó, en vísperas de su tramitación parlamentaria, que los periodistas deben poder “hacer su trabajo libremente y en total seguridad”.

Más allá del debate teórico, dos casos prácticos han puesto en entredicho el polémico artículo: el violento desalojo policial de un campamento de refugiados y la <strong>agresión por cuatro policías de un hombre negro, Michel Zecler</strong>, productor de música. Ambos casos han podido ser denunciados gracias a grabaciones de video. “Sin las imágenes, ¿qué habría valido la palabra de Zecler ante la de los policías?”, se preguntó un periodista durante las <strong>protestas del sábado en París</strong>.

El segundo texto legislativo, que será examinado por el Consejo de Ministros el 9 de diciembre, pretende <strong>hacer frente al islam radical y a los “separatismos”</strong>. La exposición de motivos de esta ley para “reforzar los principios republicanos” es bien explícita: “Ante el islamismo radical, ante todos los separatismos, es obligado constatar que nuestro arsenal jurídico es en parte impotente (…) La República no tiene los medios suficientes para actuar contra aquellos que la quieren desestabilizar”.

Todo un arsenal de medidas, con un endurecimiento del Código Penal, entre las que destaca la creación de un nuevo delito “de puesta en peligro de la vida de otra persona” por la difusión de informaciones sobre su vida privada, familiar o profesional, sancionado con hasta tres años de prisión. Se trata, en definitiva, de “acabar con la impotencia ante todo lo que malmete la cohesión nacional”.

Las críticas no solo han venido de la oposición. “Señor presidente, nosotros no votamos para esto”, afirman en un manifiesto 33 personalidades de la sociedad civil, entre ellas el cineasta Costa-Gavras y el exfutbolista Lilian Thuram. Los firmantes, que votaron por Macron en el 2017, le piden que “interrumpa esta carrera hacia el abismo oponiéndose a estas leyes liberticidas y a esta exacerbación de las fracturas de nuestra sociedad”.

Su diagnóstico es severo: estas dos leyes “hacen retroceder las libertades de información, opinión, creencia, educación, asociación, manifestación y protesta”. Paradójicamente, la crítica de estos 'macronistas' desencantados revela también una de las razones tácticas de Macron. Alertan de que permitir este atentado a los derechos y libertades “es instaurar aquello que la extrema derecha neofascista sueña: un Estado autoritario donde el Estado de derecho se convierte en un Estado policial”.

Sí, el ‘giro autoritario’ de Macron responde también a cálculos electorales de cara a las presidenciales de abril del 2022. Sabe que a su izquierda nadie está en condiciones de disputarle la elección; el peligro se sitúa en la derecha y en la ultraderecha. Macron, que venció en el 2017 haciendo bandera de las reformas económicas y denostando la ‘vieja política’, se dispone a vestirse con el traje de un presidente tradicional: garante del orden y de la seguridad.

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