ELECCIONES CATALANAS
Tres encuestas y un funeral
La correlación de fuerzas dentro del bloque independentista puede estar a punto de dar un vuelco histórico. Por primera vez, el alma convergente relegada a un puesto subalterno. Y Esquerra, reina del lugar
Luis Mauri
Director adjunto
LUIS MAURI
El nacionalismo/independentismo catalán es un asunto colegiado. O corporativo. Desde la restauración democrática, siempre que ha gobernado lo ha hecho en coalición. Así fue durante los 23 años de Pujol (CiU), los cinco de Mas (CiU y luego CDC+ERC), los dos de Puigdemont (CDC+ERC), el año y medio de <strong>Torra </strong>y la etapa accidental de <strong>Aragonès </strong>(JxCat+ERC). El alma convergente ha liderado sin interrupción ni discusión todas esas corporaciones gubernamentales. Hasta ahora.
Esta semana, ERC y JxCat han emulado con notoria ventaja los conflictos internos más abruptos del tripartito de izquierdas, o los de Unió y Convergència, incluso los de los ejecutivos de Suárez en la Transición. Pero mientras medio Gobierno catalán dejaba plantado en la mesa al otro medio, la semana ha alumbrado tres encuestas electorales (<strong>ICPS</strong>, <strong>CIS</strong>, <strong>CEO</strong>) que coinciden en un pronóstico relevante: la correlación de fuerzas dentro del conglomerado independentista está a punto de dar un vuelco histórico. Por primera vez, el alma convergente relegada a un puesto subalterno. Y Esquerra, reina del lugar.
Los tres sondeos prevén un estancamiento de la política de bloques en Catalunya, pero al mismo tiempo abren una tímida rendija a la ruptura de la bipolaridad. Una entente entre ERC y los 'comuns' con el aval del PSC es hoy por hoy muy improbable. Pero ninguno de los tres sondeos niega tal posibilidad.
Puñaladas hondas
La guerra entre JxCat y ERC por la hegemonía es vieja, pero hace ya tiempo que dejó de ser sorda; ahora se libra en campo abierto y sin cuartel. Las puñaladas han llegado demasiado hondo. Pese a ello, ambas formaciones pueden estar condenadas a cohabitar de nuevo, aunque con inversión jerárquica. Solo una victoria amplia e inapelable de los de Junqueras sobre los de Puigdemont podría interrumpir el insomne concurso de patriotismo y desbrozar la vía hacia un cambio de alianzas.
Tres encuestas. Y un funeral, colectivo y personal. El de la familia política convergente, si pierde por primera vez el liderazgo nacionalista. Y el de Puigdemont, desposeído entonces del as con el que podría tratar de aliviar su enredo particular. Pero solo son encuestas. Sin urnas no hay funeral. Ni paraíso. Solo parálisis.
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