Opinión | Editorial

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Una luz al final del túnel

vacuna

vacuna / periodico

Desde que la ciencia fue consciente de las características del SARS-CoV-2 y de su capacidad de difusión, la vacuna contra el coronavirus se ha percibido como la única solución fiable. Y en espera de ella, todas las medidas desplegadas a un inmenso coste económico, social y personal –la reducción drástica de la interacción social y la movilidad, el rastreo y la prevención– no son más que recursos para ganar tiempo y minimizar los daños durante la espera. Estados, empresas e investigadores se han lanzado a una carrera científica en que la urgencia, las expectativas y las garantías debían guardar un delicado equilibrio. La noticia de que la unión de las farmacéuticas Pfizer y BioNTech asegura haber logrado establecer, en la tercera fase de la investigación, el primer ensayo clínico a gran escala, una eficacia del 90% en su compuesto experimental ha generado la lógica reacción de alivio, que se ha visto traducida en el auge, en la bolsa, no solo de dichas empresas sino de todos aquellos valores que los mercados asocian directamente a la salida del túnel, como los turísticos.

Entre la decena de potenciales vacunas que ya están en la recta final de sus ensayos las hay que han aplicado técnicas ya conocidas y probadas, mientras que otras, como la de Pfizer y BioNTech, exploran estrategias inéditas. El nivel de protección del 90% que calculan los creadores de esta vacuna supera con mucho incluso las expectativas más optimistas. Pero antes de lanzar las campanas al vuelo se debe recordar que los resultados son aún iniciales, no han sido sometidos todavía al contraste de la opinión de expertos no vinculados con la investigación y aún no se puede asegurar durante cuánto tiempo se mantendrá la inmunidad.

Incluso si la vacuna resulta ser efectiva, para que la noticia sea algo más que una luz al final del túnel hay aún trabas que superar. Si de los fármacos en desarrollo esperamos que sirvan para reducir la pandemia a niveles que no mantengan en estado de excepción a todo el planeta, para ello deberían ser administrables miles de millones de dosis en las más diversas condiciones de desarrollo de los sistemas sanitarios. Que las primeras remesas estén disponibles dentro de poco no significa que su producción, distribución (con una impecable cadena de frío) y adquisición esté solucionada, y las prioridades en su administración, claros. Después de tantos meses esperando, sería indignante que de nuevo este reto nos cogiese sin la preparación necesaria.