DOS MIRADAS
Amputaciones
Con la implantación del toque de queda, ya solo quedan las 'matinées', las representaciones a las cuatro de la tarde o aún más recortes
Josep Maria Fonalleras
Escritor
Josep Maria Fonalleras
Una tendencia del teatro contemporáneo es acortar los clásicos, ir a la esencia y evitar escenas sobrantes. Otra tendencia -justo lo contrario- es (¡o era!) montar producciones magnificentes, de cinco o seis horas, como aquellas míticas 'Tragèdies romanes' o como el colosal '2666', que se representaron hace unos años en el Lliure. Podría ser que la crisis sostenida de la pandemia nos aporte más material minimalista y que se dejen aparcados los proyectos maratonianos.
Hay espectáculos, sin embargo, que exigen una cierta extensión, que no admiten recortes. Como la ópera. Por eso es sorprendente la noticia de que el Liceu ha suprimido un par de escenas de 'Don Giovanni', el 'dramma giocoso' de Mozart. Josep Pons, el director musical, ha dicho que era como si le cortaran una parte del cuerpo, pero la obligación de terminar antes de las once de la noche ha obligado a esta amputación (y también a reducir el tiempo del entreacto).
Con la implantación del toque de queda, ya solo quedan las 'matinées', las representaciones a las cuatro de la tarde o aún más recortes, como han hecho con los musicales en París, y convertirlos en pastillas que se deberán ingerir en dosis homeopáticas.
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