Dos miradas

Mezquindad

Las declaraciones insoportablemente xenófobas de Heribert Barrera, de las que nunca se retractó, no dejan resquicios a la duda

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Emma Riverola

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<strong>Barcelona retirará la Medalla de Oro de la Ciudad a Heribert Barrera, </strong>primer presidente del Parlament tras la restauración de la Generalitat y líder de ERC en las décadas de los 80. Un personaje de fuertes claroscuros y con unas sombras incompatibles con los valores democráticos. Sus declaraciones insoportablemente xenófobas, de las que nunca se retractó, no dejan resquicios a la duda. La revisión del reconocimiento a Barrera es similar al proceso que sufren otros personajes de la historia y la cultura. Podemos admirar la obra de un creador, pero abominar de los actos o ideología de su autor. Reconocer la obra de los monstruos no nos obliga a salvarlos.

Quim Torra afirma sentir “vergüenza inmensa por todos aquellos que habéis votado a favor de retirarle la medalla de oro. La capital de Catalunya se empequeñece hoy, convertida en una capital provinciana y mezquina”. Solo el peor nacionalismo, el que no atiende a la mínima humanidad, es capaz de justificar lo injustificable. Es la semilla que germinó en los horrores del siglo XX. Dejemos descansar la memoria de Barrera y librémonos de la verdadera mezquindad.