Acaba el baile. Empiezan los golpes

Los asaltos en los que los púgiles intercambian golpes de tanteo ha finalizado y ahora se buscan con ganas la mandíbula y los riñones

David Bonvehí y Carles Puigdemont, durante su reunión en Waterloo, en enero del 2019

David Bonvehí y Carles Puigdemont, durante su reunión en Waterloo, en enero del 2019 / periodico

Josep Martí Blanch

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Le sucede al PDECat lo mismo que a Pedro con el lobo. Tantas veces ha anunciado que el divorcio con Carles Puigdemont era inminente que ahora que es prácticamente una realidad nadie, en los mentideros políticos, se atreve a darlo por cierto. Pero los hechos certifican que la terapia de parejas que se autoimpusieron en forma de tiempo y reuniones -la mayoría sin sentido- solo ha funcionado como coartada para evitar la acusación de ser el que rompe la pareja sin haber hecho antes todo lo posible por evitarlo.

Ni Junts quiere al PDECat -es la única manera de que Puigdemont y los que le acompañan puedan quitarse de encima el sambenito de posconvergentes, aun siéndolo la mayoría- ni David Bonvehí y los suyos tienen interés alguno en diluirse y desaparecer en la nueva estructura política que gobierna Jordi Sánchez.

El fin de semana ha iluminado el escenario. Si hablásemos de un combate de boxeo, escribiríamos que los asaltos en los que los púgiles bailan e intercambian golpes de tanteo ha finalizado y que ahora ya se buscan con ganas la mandíbula y los riñones.

La denuncia del PDCat en los tribunales para defenderse de la usurpación del nombre JxCat, ejecutada en su día con nocturnidad y alevosía por los de Puigdemont, es un Rubicón que puede situar las cosas en un punto de no retorno. El derechazo fue devuelto de inmediato en forma de revuelta institucional y los cinco senadores que aún conservaban el carné del PDECat salieron a romperlo todos a la vez para dejar claro entre los que tienen cargo las fuerzas están, mayormente, del lado de Puigdemont.

En política existen las sorpresas, los milagros no. Así que, aunque no puede darse como definitivo, cada vez es más complicado que Junts y el PDECat puedan entenderse. De hecho, la estrategia electoral de estos últimos empieza a estar claramente definida y más ahora que, con el goteo de abandonos de los fieles a Puigdemont, ya controlan sin problemas los órganos de dirección y gobierno de su formación política.

Mari Àngels Chacón, consejera de empresa y conocimiento, ha dado en los últimos días el sí quiero definitivo al PDECat. Ella será quien encabece la lista de Barcelona y asuma el rol de candidata a la presidencia de la Generalitat de los que se reconocen sin complejos como herederos de Convergència. Sus compañeros la presionan para que empiece de inmediato a combinar con mayor intensidad su rol institucional como 'consellera', con el que se siente cómoda, con un discurso de mayor carga política alineada con las tesis del PDECat y que, en algún momento, debería llevarla a marcar posicionamientos propios que vayan más allá de las competencias de su propio departamento.

El tíquet electoral de Chacón en Barcelona sería Marc Castells, alcalde de Igualada. En Lleida la candidatura la encabezaría el alcalde de Mollerussa, Marc Solsona; en Girona se optaría también por alguien con responsabilidades municipales y en Tarragona no se descarta la incorporación como cabeza de cartel de un perfil independiente que aporte un aire disruptivo a la oferta electoral del PDECat.

Los cuatro diputados del Congreso que se mantendrán fieles al PDECat si se consuma la ruptura (Ferran Bel, en Tarragona; Genís Boadella, en Barcelona; Sergi Miquel, en Girona, y Concepció Canadell, en Lleida) no reforzarían las listas al Parlament, ya que caso de resultar elegidos y causar baja en Madrid serían sustituidos por fieles de Carles Puigdemont. Así que en la Cámara Baja, a diferencia de lo que ha pasado en el Senado, los ocho parlamentarios que hasta la fecha han trabajado juntos van a partirse exactamente por la mitad. Los puigdemontistas quedarán bajo el liderazgo de Laura Borràs y los pdecateros a las órdenes de Ferran Bel.

En lo que atañe al papel de Artur Mas, en el PDECat siguen insistiendo que cuando llegue el momento quedará claro que su sitio se mantendrá en esta formación política y que tendrá reservado un papel en la campaña. Mantienen que, si hasta la fecha no ha dicho ni pío, es porque no quiere que sus palabras den pábulo a la lectura de que ha sido él quien, de un modo u otro, ha empujado al divorcio con Puigdemont. El tiempo dará y quitará razones sobre este particular.

Aunque en estos momentos haya un litigo por el nombre Junts, en el PDECat se trabaja con la idea de acudir a los comicios, en cuanto los convoque Quim Torra, bajo el nombre de Partit Demòcrata. Se quiere cumplir con el compromiso que impedía que fuese utilizado por ninguna de las partes en caso de no llegar a un acuerdo electoral. Además, en el PDECat son conscicentes de que Junts remite al espacio político armado alrededor del puigdemontismo y también tienen presente que, tomando en consideración el embrollo de marcas al que se ha sometido al electorado en los últimos años, el Partit Demòcrata es un activo ya construido del que puede sacarse provecho, aunque su grado de conocimiento no sea todavía óptimo. Se acabó el baile, empiezan los golpes.

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