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Tras las elecciones de Euskadi y Galicia

Los partidos pragmáticos han ganado, el populismo no crece y la España inamovible retrocede en las nacionalidades históricas

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urkullu / periodico

Joan Tapia

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Tres conclusiones surgen tras las elecciones del domingo. Una, el pragmatismo y la moderación de partidos sólidos y líderes creíbles se ha impuesto. Dos, el populismo de extrema derecha casi no da señales de vida y Podemos, a veces visto como un populismo de izquierdas, retrocede con fuerza. Tres, el concepto de una España única e inamovible ya no responde a la realidad.

Uno. En Galicia Nuñez Feijóo, que encarna un PP pragmático teñido de galleguismo moderado, logra su cuarta mayoría absoluta. En Euskadi el nacionalismo centrista de Urkullu, que quiere mas autogobierno facilitando la estabilidad en Madrid, ha tenido su tercera victoria, pasa de 28 a 31 escaños (la mayoría absoluta es 38) y podrá seguir gobernando con el PSOE que alcanza los 10 diputados, uno más que hace cuatro años. Es un premio a la convivencia gubernamental de nacionalistas y constitucionalistas. Y nada de “triunfo ruralista”. Feijóo ha ganado en las grandes ciudades gallegas (excepto Vigo) y el PNV en las tres capitales vascas.

Dos. El populismo de Vox solo ha arrancado un escaño en Álava y no ha entrado en el parlamento gallego. Un fracaso. Y Podemos, al que se etiqueta de populismo “venezolano” (es otra cosa) ha retrocedido con fuerza. En Galicia, las Mareas, que en el 2016 sacaron el 19% del voto y 14 escaños (igual que el PSOE) quedan fuera del parlamento. Y en Euskadi, Podemos baja del 14,9% y 11 diputados al 8% y sólo 6 escaños. Podemos cae y aunque el descenso tiene causas locales (escisiones en Galicia, cambio de líderes en Euskadi) no deja de indicar que el partido de Pablo Iglesias pierde fuelle. Ahora está en el Gobierno de Madrid, pero tiene menos conexión social. Así, nada de nada de la temida (o deseada) ola populista.

Tres. La España inamovible que tanto enarbola una parte de la derecha responde cada día menos a la realidad. Catalunya sigue en conflicto que sólo se puede resolver con negociación. En Galicia, Feijóo tiene un gran éxito, pero proclamando que Galicia está por delante del partido, mientras que en Euskadi el PP de Iturgaiz, con un discurso como si ETA siguiera matando, pierde casi la mitad de sus diputados (cae de 9 a 5) y, además, este PP “aznarista” tampoco impide el escaño de Vox.

Tanto el PNV como Bildu han hecho campaña presumiendo de su capacidad de pacto con Madrid

Lo de Euskadi es relevante. El nacionalismo del PNV (31 escaños) más el del Bildu (22) tienen juntos 53, el 70,6% del parlamento. Y lo interesante y positivo es que tanto el PNV como Bildu no han hecho campañas contra España, sino que ambos han querido presumir de capacidad de pacto con Madrid.

Nada es comparable, pero el conflicto catalán, el 70% vasco y el galleguismo de Feijóo, más que el BNG sea ahora la segunda fuerza gallega (por delante del PSOE), pasando del 8,3% al 23,8% del voto, dictaminan que la España inmovilista es poco compatible con elecciones en las tres nacionalidades históricas. Lo de la España “nación de naciones” es complicado, pero es el camino a explorar si no se quiere agravar aún más la crisis constitucional. Casado debe tomar nota de que el inmovilismo no vale en ninguna de las comunidades históricas.

El nacionalismo catalán debe reflexionar. El PNV y Bildu, que buscan pactos con Madrid, tienen mejores resultados y el PNV preside un gobierno transversal.

Y Pedro Sánchez tampoco queda ileso. En Euskadi, el PSE sale algo reforzado (es la única fuerza estatal que sube), pero capta poco el voto que huye de Podemos. En Galicia pasa lo mismo y además el BNG, contra pronóstico, se ha convertido en la primera fuerza de oposición. El “efecto Moncloa”  tiene sus límites.

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