Análisis

Poscovid y 'posprocés'

Muchos creyeron que el España nos mata iba a aportar más réditos a la causa del 'procés' que el España nos roba

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zentauroepp53485901 pla mitj del president de la generalitat quim torra asseg200521111846 / ACN

Andreu Claret

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Por decirlo en una de estas metáforas marineras que tanto le gustan a Artur Mas, la pandemia del coronavirus encalló la barca del 'procés' y el poscovid no la devolverá al mar. Así será, porque nadie apuesta por que el camino que nos espera, tras doblegar la curva y recuperar las competencias en salud, sea un camino de rosas. Solo si la era poscovid fuera feliz, al estilo de lo que ocurrió en Europa tras la segunda guerra mundial, podría pensarse en que esta barca, varada durante 98 días, volvería al mar, empujada por vientos que la llevaran a Ítaca. Muchos independentistas viven de este sueño. Como Agustí Colomines, quien vaticinó que la crisis del covid-19 iba a ampliar la base del movimiento. Lo dijo con ironía, para cargar contra Oriol Junqueras, pero muchos creyeron que el España nos mata iba a aportar más réditos a la causa del 'procés' que el España nos roba.

Las declaraciones hechas por Carles Puigdemont durante estos tres meses y las continuas puyas de Quim Torra a Pedro Sánchez están inspiradas por este sueño. El problema es que el sueño se ha venido abajo ante la magnitud de la tragedia y la responsabilidad propia en los recortes en sanidad y en la <strong>gestión de las residencias</strong>. De nada sirvió intentar cargarle el mochuelo al socio de gobierno. El modo de hacer de la Generalitat, en este ámbito, bien puede equipararse al de la Comunidad de Madrid. Y sus vaivenes sobre el confinamiento total pueden compararse con los del Gobierno de Sánchez.

Esquerra se dio cuenta de que el victimismo solo iba a impactar en quienes ven TV-3. Su apoyo, errático pero determinante, a la gestión de Sánchez, le ha situado en otra lógica. La de considerar la pandemia como una calamidad histórica que obliga a recomponer la agenda política. No se trata de olvidarse de aquello que forma parte del ADN de ERC, la república y la independencia, pero de actuar sabiendo que el poscovid será aún más difícil de gestionar que la pandemia. Con un otoño pavoroso, un comienzo de curso lleno de incógnitas, y una perspectiva de 3 o 4 años tremebunda, que obliga a aparcar aquello que divide. En definitiva, un poscovid imposible de afrontar sin una estrategia de 'posprocés'. Hay mucho ruido en Waterloo, en Madrid y en la plaza de Sant Jaume, en contra de esta idea. Pero Esquerra tiene una ventaja, su arraigo al territorio, donde el pragmatismo se impondrá cuando la crisis muestre toda su crudeza.

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