Peccata minuta

Unidos Podemas

Podríamos acuñar un disparate que despoje a palabras y palabros de sus atributos sexuales

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Joan Ollé

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Señoras y señores, o viceversa: de un tiempo a esta parte me vengo dando cuenta de que invierto mucho más tiempo en que mi escritura no resulte ofensiva a mis posibles lectoras que a su contenido y forma: nombres, adverbios, adjetivos, preposiciones… Me explicaré: no puedo escribir, por vigente corrección política, la palabra 'dentistas', por ejemplo, sin anteponerle el doble artículo 'los y las'; ni 'intérpretes', 'hinchas', o 'amantes' con el consecuente gasto añadido de tinta y tiempo lector de mis fieles 'seguidores y seguidoras', con mayor consumo de papel de periódico, tan nocivo para con la deforestación y el medio ambiente.

Hace años vi en la Parrilla del Ritz al gran y ambiguo Ángel Pawlowsky calificándose a sí mismo de “mala” (risas del público), que corrigió en “Bueno, va… malo” (aún más risas), para acabar: “Pues 'mali' y así todas de acuerdo” (gran aplauso). Otra opción que se contempló en los inicios del correo electrónico fue que el grafismo '@', al contener, concéntricas, las letras “a” (femenina) y “o” (masculina) pudiese resolver el bisexual entuerto;  tal vez no prosperase al impedir la Real Academia Española la inserción de una nueva 'no letra' o 'dos por una' en nuestro alfabeto. Ya puestos y puestas, podríamos acuñar, como Pawlowsky, un disparate que despoje a las palabras y palabros de sus atributos sexuales, dejándolas/los a todos/as castradas/os o en punto neutro, como los sustantivos alemanes.

¡Bien por la mitinera expresión '¡Compañeras y compañeros!',  traducción exacta de 'Señoras y señores' pasada por la hoz y el martillo -o 'la hoz y la martilla'-, con 'copyright' de Podemos. Pero Pablo Iglesias, tan universitario él, debería saber que el actual nombre de su formación, Unidas Podemos, además de ignorar a medio planeta -aunque ahora en sentido contrario- es también un muy analfabestia ultraje contra las normas básicas de nuestro/s  idioma/s.

De las salvajes atrocidades socio-sexo-lingüísticas de ¿la/las? CUP ya ni hablemos. Si el proto-feminizante Pawlowsky ya intentó a finales del XX encontrar felices alternativas, que alegren la cara y sigan buscando.

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