EL FÚTBOL A PUERTA CERRADA

Igual que besar por teléfono

Pappelstadion, de Austria, durante un reciente partido.

Pappelstadion, de Austria, durante un reciente partido. / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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Veamos, se pongan como se pongan, no ustedes, que posiblemente estarán de acuerdo en que el fútbol debe volver ¡ya!, sino cualquiera que piense que estaría bien que arreglásemos primero el paro, la Sanidad y la Educación antes que meter 90.000 personas en un estadio, el fútbol ya está aquí, ya se entrenan todos juntos, ya hay horarios, como hubo test (cuando no los había para nadie) y dinero (cuando no lo había para nadie).

Quiero decir que podemos discutir y charlar sobre la conveniencia (o no) de que se juegue a puerta cerrada. Incluso asistir a peleas políticas entre ministros del Gobierno y la presidenta del CSD, uno porque anima a los aficionados a que pronto podrán regresar a los estadio y otra porque dice (como si quien lo hubiese prometido no fuese uno de los suyos) que “estaría bien no crear falsas expectativas”. Vaya, que ni entre ellos se ponen de acuerdo.

¿Quién quiere a los aficionados?

Una cosa sí les diré, pueden o no creerme. Al 80% de los clubs, de los presidentes, de los directivos, casi de los entrenadores y futbolistas, digan lo que digan, les importa un rábano los socios, abonados y aficionados. Unos quieren cuadrar los números y necesitan los millones de la TV y, sino, harán como el Barça, le pedirán dinero (perdón, más dinero) a los jugadores. Otros quieren ganar y que no señalen al banquillo. Y los futbolistas viven en una burbuja que les impide saber, sentir y compartir nada con los aficionados, que hacen de tripas corazón para pagar el abono y/o la entrada. La creación, existencia y negocio del ‘Seient Lliure’, del Camp Nou, es la prueba de lo que escribo.

Fue el magistral escritor (futbolero) Eduardo Galeano quien dijo que “jugar sin público es como bailar sin música”. Luego, Luis Enrique (no digo que perfeccionase la frase, pues #Me too’ le cayó encima) añadió que le parecía “tan triste como bailar con tu hermana”. “Los aficionados, el público, es nuestra razón de ser. Hacemos nuestro trabajo para ellos, si no pueden venir al estadio, nada tiene sentido”, señaló Pep Guardiola. “El fútbol sin aficionados no es nada”, afirma Ander Herrera. “Yo jugué un Real Madrid-Nápoles, de Copa de Europa, en un Bernabéu vacio y juro que era como jugar en el patio del colegio”, relató Emilio Butragueño.

Papá diría que el fútbol sin púbico es “como besar por teléfono”. Mi sobrino Roger, un genio farmacéutico ¡no sabe nada el tío del covid-19!, culé empedernido, me dijo el otro día: “Cuando los actores hacen la función sin público ¿qué es? ¿un ensayo, no?, pues eso es el fútbol sin público: un ensayo, un entrenamiento”. Paco Jémez, otro grande, explica: “Vale, jugaremos a puerta cerrada. Vale, si quieren, le llamaremos fútbol, pero no es fútbol. Es como si haces un cocido y, en lugar de poner garbanzos, le pones lentejas. ¿Le quieres llamar cocido?, venga, vale, le llamaremos cocino….pero es un cocido con lentejas”.

PD: Yo, de todas formas, después de leer la noticia de la detención (y puesta en libertad) del actor porno Nacho Vidal, por mí, si quieren, que jueguen a fútbol sin balón.

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