El abrazo y la muerte

Todo el mundo destaca, en la muerte de Juan Genovés, que 'El abrazo' fue símbolo de la Transición. Seguramente es cierto, pero el cuadro, de hecho, no habla de reconciliación sino de amnistía. Fue tan famoso porque se convirtió en un cartel que casi todos los progres tenían en casa. La iniciativa tenía el sello del Partido Comunista y servía para reclamar, en 1976, la libertad de los presos políticos. La Transición, ya lo sabemos, no sirvió para el abrazo sincero que quizá simboliza la mujer que, en un lateral de la pieza, abre los brazos a un desconocido, a un enemigo. Los que se abrazan con los camaradas son los que salen de la cárcel.

No hay, en el cuadro, la otra España, la que pervive en el extremismo de derechas que ahora se manifiesta con caceroladas y mascarillas. Cuando se imprimía el cartel, Genovés fue detenido y, en la DGS, fue interrogado por Billy el Niño, que le mostró un grueso anillo de oro con la amenaza de estampárselo en la cara. En un tiempo donde los abrazos se han aplazado, con una semana de diferencia, ambos han muerto. Las ironías del destino, dicen. Uno, con la dignidad del combatiente. El otro, con la indigna condecoración del torturador.

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