OPINIÓN

Niño, deja de joder con la pelota

Un niño juega en la calle con su moto durante la hora permitida para los paseos infantiles, esta semana en Madrid.

Un niño juega en la calle con su moto durante la hora permitida para los paseos infantiles, esta semana en Madrid. / periodico

Olga Pereda

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Pobres niños, confinados en sus casas sin poder correr. Pobres médicos, titanes de la maltratada sanidad pública. Pobres personas mayores, los más vulnerables a la nueva enfermedad… Un aplauso para todos ellos. Sin embargo, nadie hace reverencias a los verdaderos héroes de la pandemia, los vecinos antiniños. Los que se quejan del insoportable ruido que, en condiciones normales, hacen los críos con los que comparten paredes. Antes de que la enfermedad covid-19 azotara el planeta ese fragor infantil ya era irritante, inhumano y cargante. Ahora todo se ha elevado a la enésima potencia. Estruendo pueril todo el santo día de la mano del confinamiento.

En la otra vida (la previa a la pandemia), había vecinos que envíaban cartas por el buzón en las que amenazaban con una denuncia ante la policía porque, en su opinión, los dos niños de arriba hacían tanto ruido que la lámpara temblaba y el techo amenazaba con caerse. Otros optaban por poner notas en la puerta: "Como me volváis a despertar pongo una queja en la comunidad de vecinos. <strong>Vuestros hijos son vuestra responsabilidad</strong>". Otros aparecían enfurecidos en el domicilio e insultaban a los padres de las criaturas. Los más finos se desahogaban cuando coincidías con ellos en el ascensor. "Ay, qué mono es. Y cómo madruga, ¿eh? A las seis de la mañana le oímos contar. Nos hace una gracia… ¿Se acuesta muy pronto? Échale más tarde a la cama, así no madrugará tanto".

Orgasmos en el 5ºA

Un drama. Pobres vecinos. Solo quieren vivir en paz. Ellos, que ponen la tele a volumen descomunal. Ellos que jamás se quejan de la pareja del 5ºA, cuyas explosiones fogosas de amor a altas horas de la madrugada parece que no son molestas. Ellos, que nunca piden a los estudiantes del 2ºB que bajen la música un sábado por la noche. No. Porque los ruidos más molestos, más insufribles y enojosos son los de esos locos bajitos. "Niño, deja de joder con la pelota", como inmortalizó Serrat.

Lina Meruane publicó en España en 2018 'Contra los hijos', interesante libro que concluye que los vástagos son unos emperadores y las madres, sus esclavas. La autora chilena lo empezó a escribir después de sufrir durante años a la familia que vivía en el piso de arriba, una pareja con hijos. Según su versión, los niños corrían mucho y ella se desesperaba y no podía ni trabajar. Finalmente negoció con sus vecinos la compra de una alfombra y el problema se amortiguó.

Quino, el vecino tranquilo

Manuel Jabois, en el obituario de su amigo David Gistau en el diario 'El País', contó cómo el periodista, al poco tiempo de mudarse, se encontró un día en el ascensor con el dibujante Quino, que vivía en el piso de al lado. Padre de cuatro peques, Gistau pidió disculpas por el jaleo infantil de su hogar. "Le deben de volver loco", le dijo. El creador de Mafalda le respondió. "Son niños. Su trabajo es hacer ruido".

Los niños son molestos. Y educarles es un trabajo muy duro. Nadie en su sano juicio dejaría que su hijo aporreara la batería a las seis de la mañana o se pusiera a dar gritos histéricos. Madres y padres cretinos hay en cada esquina, pero no son mayoría. El llanto de un bebé es incontrolable. Y a medida que crecen, los críos lloran menos pero ríen más y más alto. Y corren. Y saltan. Y juegan. Y gritan. Es incontrolable e inevitable. Además, solo lo hacen las pocas horas que están en sus casas. En condiciones normales, un niño se pasa media vida en la escuela y la otra media, en el parque.

Ahora, en plena batalla del coronavirus, los peques están en casa 24 horas (salvo el corto paseo permitido). Los vecinos antiniños deben estar sufriendo lo indecible. Pobres. Ellos sí que son los verdaderos héroes de esta batalla. Si por ellos fuera no se escucharía al Dúo dinámico cada día a las ocho de la tarde sino a Serrat: "Niño, deja de joder con la pelota".