La situación del club azulgrana

El Barça es líder, Bartomeu, no

El presidente que mantuvo la pluralidad el 1-O del 2017 ha dado criticables pasos en falso en lo deportivo

zentauroepp52390919 barcelona  20 02 2020      deportes      el presidente del f200220211115

zentauroepp52390919 barcelona 20 02 2020 deportes el presidente del f200220211115 / JORDI COTRINA

Antonio Franco

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuatro goles de Messi al Eibar y otro de un tal Morales, del Levante, al Real Madrid parecen congelar la crisis del Barça. El fútbol tiene estas cosas. Jugando los equipos exactamente igual,  si hubiese sido el Madrid quien metiese los cuatro goles coincidiendo con un tropiezo inmerecido del Barça todo nos parecería hoy distinto y Josep Maria Bartomeu probablemente habría anunciado un razonable adelanto de elecciones para que el club inicie una nueva etapa tanto institucional como deportiva. Y nadie puede predecir qué sucederá si el Barça gana hoy en Nápoles y golea el próximo domingo en el Bernabéu.

Pero la crisis barcelonista es real. Mientras no se demuestre lo contrario creeré que el presidente es honesto, pero ha cometido errores graves. El equipo es poco sólido y tiene menos probabilidades de títulos que en los 10 años precedentes. Muchos seguidores –quizá la mayoría– están decepcionados por eso y por cuestiones como las manipulaciones mediáticas de la empresa  I3 Ventures, contratada de forma incorrecta (con pago fragmentado para escapar a los controles del propio club) y con finalidad por lo menos confusa.

Catalanista de comportamiento impecable

El problema es que sobre la persona de Bartomeu pivotan muchos elementos, entre ellos uno político de gran envergadura. Es un catalanista que ha tenido un comportamiento impecable y coherente respecto a esa convicción, pero el independentismo le considera gran enemigo a batir. Le odia desde que <strong>se negó a obedecer la presión soberanista para suspender unilateralmente un partido</strong> tras las violencias policiales del 1-O. Le pedían un gesto  interpretable internacionalmente como una adhesión del Barça al rechazo de España. Bartomeu lo desoyó. Estimó, pienso que con acierto, que la suspensión no la querían todos los socios pues perjudicaría deportivamente al club. La sanción previsible, un recorte de puntos, podía costar la Liga; su decisión –jugar llamativamente a puerta cerrada– permitió luego ganar el campeonato. 

La noticia del partido anormal dio la vuelta al mundo pero fue insuficiente para el soberanismo porque no comportó en Catalunya la explosión de victimismo que deseaban capitalizar los independentistas, sus medios informativos y creadores de opinión. Al ‘procés’ nunca le había gustado que el Barça tuviese un presidente que no fuese suyo pues eso le impedía completar su control casi total sobre las instituciones de la sociedad civil catalana. Otra excepción, la Cambra de Comerç, la conquistó en 2019, usándola desde entonces para lo mismo que previsiblemente quería hacer con el Barça: ampliar su radio de influencia e incrementar el ruido a favor de la independecia. Después de no suspender aquel partido trazó cruz y raya sobre Bartomeu, hostigándole con ocasión y sin ella.

El punto débil del presidente es que más allá de la cuestión política ha dado criticables pasos en falso. En lo deportivo, con decisiones mal ejecutadas, como el despido impulsivo de Zubizarreta, el único director deportivo que estructuró con coherencia la plantilla para el presente y el futuro. Recordemos la mala gestión de la marcha de Neymar, o consentir el envejecimiento progresivo y decadente de la plantilla y el recorte excesivo y frívolo del número de jugadores. También, despedir a Valverde sin tener atado ningún plan alternativo... 

La nostalgia por las tácticas

Pero su mayor fracaso ha sido cultural: su incapacidad para racionalizar el debate sobre el gran fantasma azulgrana: el modelo de juego. No ha sido el líder que se necesitaba para poner en su sitio la nostalgia por las tácticas –ya antiguas, ya contrarrestadas por los rivales del Barça– de las temporadas más fantásticas. Escondido tras los éxitos de Messi, no ha sabido crear un discurso ni sobre cómo sobrevivir a los años de Guardiola, Xavi e Iniesta ni como seguir siendo 'esport i ciutadania' en la cúspide del fútbol mundial cuando se apague Messi.

En ese contexto, el enredo por los mensajes a favor y contra a través de internet es imperdonable. El Barça tiene derecho a estar informado de lo que dicen sobre él en las redes, e incluso a publicitarse desde ellas (la institución, no el presidente), pero en ningún caso podía entrar o rozarse en las guerras de desprestigio, algo que hacía la empresa que contrató. Ante eso y ante el declive deportivo se está creando una mayoría de opinión partidaria de un adelantamiento electoral y el inicio de un nuevo proyecto y cierta regeneración. Pero eso tiene unas sombras: las dudas sobre si el próximo presidente jugará políticamente con tanta limpieza y fidelidad a la pluralidad ideológica de la familia azulgrana como Bartomeu. En eso, un autogol del Barça cambiaria para siempre, y a mal, la esencia del 'Barça de tots' que ha sabido defender este presidente saliente que no ha sido un buen líder.