Análisis

La mochila vacía del presidente

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, durante una rueda de prensa este martes.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, durante una rueda de prensa este martes. / periodico

Rosa Massagué

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Iba a ser la cuarta transformación después de los hitos históricos de la independencia, la reforma de Benito Juárez y la revolución mexicana. Con aquel proyecto, Andrés Manuel López Obrador, Amlo, ganó por una amplia mayoría las elecciones que le llevaron a presidir el Gobierno de México en diciembre del 2018. La situación económica global no le está ayudando aunque haya conseguido firmar el nuevo tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, pero si algo empeora a gran velocidad es la violencia que azota el país y la cada vez mayor perversidad y ferocidad con las que se ejecuta.

Los antecesores de Amlo en la presidencia, Enrique Peña NietoFelipe Calderón y Vicente Fox, dejaron cada uno de ellos un país más ensangrentado de cómo lo encontraron. Las distintas estrategias para combatir la violencia que desarrollaron resultaron fallidas. A López Obrador le han bastado 14 meses para que la vesania creciente le estallara en la cara. Al aumento de los feminicidios con 10 mujeres asesinadas diariamente, se suman ahora los asesinatos de adolescentes, y una lista de 7.000 desparecidos el pasado año, con un mayor impacto en las jóvenes.

Muchas esperanzas se habían puesto en un gobierno progresista como el actual para dar un fuerte impulso a la lucha contra la violencia de género, pero si este impulso no llega para atajar un problema que, aún siendo antiguo, ha crecido en más de un 100% en los últimos cuatro años, difícilmente encontrará auxilio el nuevo fenómeno en el que los protagonistas son los adolescentes.

El plan 'Mochila segura' lanzado por el presidente por el que los padres deben revisar la cartera de los hijos para asegurarse de que no lleven armas lo único que demuestra es la incapacidad del Gobierno federal para elaborar unas políticas de amplio alcance que integren la educación, la sanidad y la vivienda, y ello en el marco de la lucha contra la corrupción y el narcotráfico, una lucha que desgraciadamente no parece estar ganando el Estado.

Cultura de la violencia

La movilización de mujeres contra la violencia es cada vez mayor en México desde las denuncias hechas por las de Ciudad Juárez en el lejano 1993 que llevó, años más tarde, a la tipificación del delito de feminicidio. Sin embargo, la pervivencia de una cultura de la violencia, de la prepotencia del macho, una cultura en la que el abuso de todo tipo está normalizado, está ya contaminando a los más jóvenes que son el futuro del país.

Con una falta total de valores éticos, hay quien hace negocio con la morbosidad que genera la sangre derramada gratuitamente, como hace la prensa carroñera, la que publica sin rubor las imágenes brutales filtradas por la policía  de una mujer, Ingrid Escamilla, descuartizada por su pareja. Sin embargo, junto a este México salvaje, deshumanizado y cruel, hay otro México, el de todas aquellas personas que aquel mismo día inundaron las redes sociales con imágenes de paisajes hermosos etiquetadas como #IngridEscamilla con el objetivo de tapar las fotos de la víctima que circulaban en internet,  como señal de respeto.