Permiso de 48 horas
La cuenta atrás de Cuixart
Me resulta muy difícil comprender una condena de nueve años por congregar una concentración perfectamente legítima en una democracia y auparse al techo de un coche de la Guardia Civil llamando a la calma
Me cuesta imaginar cómo se planea un paréntesis de 48 horasparéntesis de 48 horas. Si se envuelve en el celofán de las ocasiones excepcionales o en el sencillo papel de embalar de un intento de cotidianeidad. ¿Cómo se afronta la primera cena? Quizá se opta por el plato preferido. Pero, ¿por cuál de ellos? ¿El más elaborado o el más sencillo? ¿El más casero? Tal vez hay voluntarios en la familia para preparar una suerte de banquete. O quizá no hay nada de eso. Porque los nervios, la excitación de volverle a ver traspasar el umbral provoca un nudo en el estómago.
Me cuesta imaginar cómo se repasa la casa cuando tu pareja lleva 822 días en la cárcel, cuando aún le queda por cumplir tanta condena que no puedes mirar el rostro de tus hijos sin hacer cálculos de cómo el paso del tiempo les cambiará. El mayor tenía seis meses cuando su padre ingresó en prisión. Al parto del segundo pudo asistir con un breve permiso carcelario.
Me cuesta creer que, después de 48 horas, Jordi Cuixart deba volver a la cárcel. Desde la distancia ideológica, desde la disconformidad con sus soflamas y su “ho tornarem a fer”, desde la diferencia con su tono y su discurso, me resulta muy difícil comprender una condena de nueve años por congregar una concentración perfectamente legítima en una democracia y auparse al techo de un coche de la Guardia Civil llamando a la calma. Sí, la comisión judicial demoró la salida, pero no se registró ningún daño relevante ni hubo heridos ni detenidos.
Me cuesta aceptar que este sea el punto final del juicio del ‘procés’. Del mismo modo que considero que nuestra democracia será más plena cuando la justicia se desvista de ideología y la política se arremangue y trate de resolver las discrepancias desde la serenidad, el respeto y la voluntad de conciliación. Desgraciadamente, los movimientos de algunos partidos en contra de su permiso carcelario, sí me los creo. Es esa politiquería cicatera, de cortos vuelos y menos ambición de reconciliación. Pasan las horas. Es terrible esa cuenta atrás.
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