Tensiones en el campo independentista

El espejismo de la unidad

De no lograrse una estrategia compartida, siempre podrá hacerse de la necesidad virtud y alegar que el independentismo no es uniforme, sino que es como la sociedad catalana: diversa y plural

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zentauroepp49329328 leonard beard190804193703 / LEONARD BEARD

Anna Cristeto

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Las seis 'conselleres' del Govern cruzaron juntas el Pati dels Tarongers para asistir al Consell Executiu el jueves pasado. Dos días antes habían cenado en un restaurante del Eixample. La cita, promovida por la portavoz y 'consellera' de JxCat Meritxell Budó y la titular de Agricultura, Teresa Jordà, de ERC, no es una escena cotidiana entre miembros de las dos formaciones del Govern y pretende lanzar un mensaje de distensión antes del parón estival.

Conscientes de la paupérrima imagen de unidad, desde el independentismo se esmeran en emitir señales de complicidad. Sin embargo, los pactos en ayuntamientos y el acuerdo en la Diputación de Barcelona hasta el punto de airear sus desavenencias en público. En el imaginario soberanista queda ya muy lejos JxSí, la candidatura conjunta alumbrada en 2015. Desde entonces, la comunión entre espacios independentistas ha sido quebradiza, aunque han logrado un mínimo entendimiento para gobernar la Generalitat, el baluarte del independentismo.

Cuando falta poco para la sentencia del 1-O, las llamadas a la unidad resuenan cada vez con más fuerza. El presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, se ha dirigido por carta a sus socios para reivindicar un esfuerzo y evitar la desmovilización. Ante el electorado independentista, su situación le otorga una 'auctoritas' que nadie desea contrariar. Su 'Ho tornarem a fer'' se ha convertido en un lema al que cada cual le da su significado. Elisenda Paluzie (ANC), por su parte, se dirige con un tono más exigente a los políticos, a quienes pide un compromiso que ahora ve ausente. Su decisión de no reservar un espacio para los partidos en la manifestación de la próxima Diada ha causado malestar, como demuestra que dos 'exconsellers' de ERC excusen su asistencia por el clima antipartidos.

Estas presiones no son nuevas. Sus líderes han orbitado en torno al Ejecutivo desde hace años y los sucesivos 'governs' también han sabido sacar partido de ello. Su capacidad de movilización ha sido un recurso elemental en la construcción del relato de que es la ciudadanía organizada la que ha marcado el camino.

Recelos

Carles Puigdemont, que acaba de publicar el libro 'Re-Unim-Nos', también alerta en sus cincuenta páginas de que la desunión política puede acabar en fracaso. Sin embargo, ERC ve con recelo esta pulsión por la ansiada unidad. Su propuesta de una sola lista para las europeas ya se leyó en círculos republicanos como una maniobra más de presión.

Quim Torra, por ahora, insiste en que el independentismo debe construir una respuesta conjunta al veredicto previsto para otoño y ha sido el vicepresidente Pere Aragonès el último en subir la apuesta al no descartar un Gobierno de concentración ha sido el vicepresidente Pere Aragonès el último en subir la apuesta al no descartar un Gobierno de concentracióncon más fuerzas críticas con la sentencia. La unidad se podrá vestir de muchas maneras, pero de no lograrse una estrategia compartida, siempre podrá hacerse de la necesidad virtud y alegar que el independentismo no es uniforme, sino que es como la sociedad catalana: diversa y plural.