Dos miradas

Buscar claridad

La ley canadiense no es ninguna panacea para el independentista radical. Es restrictiva. De hecho, una garantía de la unidad. Pero es un paso civilizado y firme hacia soluciones posibles

Roger Torrent, en el desayuno informativo de Fórum Nueva Economía, este jueves.

Roger Torrent, en el desayuno informativo de Fórum Nueva Economía, este jueves. / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Los argumentos que defienden que la soberanía no es divisible, que España es jurídica y políticamente un todo y que una parte del todo no puede decidir sobre este todo, no son suficientes. Una democracia no puede retener la mayoría de ciudadanos de uno de sus territorios contra la voluntad de estos ciudadanos, entre otras cosas porque hacerlo es peligroso.

Quiero aclarar que estas palabras no son mías. Las escribía hace cuatro años un conocido escritor gerundense nacido en Extremadura. Un columnista que contempla la situación actual de Catalunya con una mezcla "de incredulidad, humillación, asco y vergüenza". Añadía, en su artículo, que si una "mayoría clara e inequívoca" de catalanes votaba por la independencia, la solución era la 'Clarity Act', ahora reivindicada por Roger Torrent. Y aún lo repetía dos años después. La ley canadiense no es ninguna panacea para el independentista radical. Es restrictiva. De hecho, una garantía de la unidad. Pero es un paso civilizado y firme hacia soluciones posibles. Es una lástima que no se valore como es debido para salir del callejón sin salida. Y tal como estamos, dudo que aquel escritor ahora mismo la defendiera con tanto fervor.