Tiempo de crispación
El sotobosque del diálogo
El sotobosque del diálogo está lleno de especies diversas. Son espacios de encuentro e intercambio de ideas basadas en el bien común, la comunicación interpersonal y la convivencia.
Núria Iceta
Editora de 'L'Avenç'
Núria Iceta
Se lo oí decir a la socióloga Iolanda Fresnillo hace unas semanas en un acto de la plataforma Som el 80%: "debemos cuidar el sotobosque del diálogo"; un acto que quería ser justamente un pequeño símbolo de esta condición de posibilidad. Y es precisamente en verano cuando somos más conscientes de la importancia de tener limpio el sotobosque para prevenir la propagación de los incendios, y la metáfora nos va como anillo al dedo. Tenemos los bosques con los árboles agitados y con chispas a punto de encenderlos. Los sotobosques, me da la impresión, los tenemos más ordenados, porque hay mucha más gente que los cuida y el trabajo está más repartido.
El sotobosque del diálogo está lleno de especies diversas. De hecho, si fuéramos capaces de reducir ruidos las oiríamos crecer. Son espacios de encuentro e intercambio de ideas basadas en el bien común, la comunicación interpersonal y la convivencia. Nada que ver con "las calles" y el griterío intolerante del espectáculo de la constitución de algunos (los menos) ayuntamientos, que parecía requerir el retorno urgente de "En peu de pau".
No puedo dejar de pensar en si ponemos los micrófonos en los lugares correctos para no sobrerrepresentar estos griteríos. Solo en esta misma semana, gracias al Observatori Blanquerna de Comunicación, Religión y Cultura, supe del trabajo que hacen entidades como las asociaciones Azahara y Salam Shalom para la convivencia dentro de nuestras comunidades. Y veo los esfuerzos titánicos que hacen los 'casals' de verano y las entidades sociales dedicadas al tiempo libre. Veo en la asociación de 'exmenas' la semilla de una nueva especie, no sé si una hierba medicinal, para un problema que apenas estamos intuyendo y al que no sabemos dar respuesta. Es evidente que también hay iniciativas que se promueven desde la administración, como las 135.000 parejas lingüísticas o los proyectos intergeneracionales en una sociedad cada vez más envejecida. Pero también veo al 'president' y a los 'consellers' del Govern cómo recorren el país y ven estas iniciativas, y en cambio parece que cuando han de hacer política de verdad las obvian, folclorizándolas sin querer, y volviendo a las viejas formas de hacer política de toda la vida.
Que cada uno se haga plenamente responsable de lo que le corresponde y mantenga su parcela limpia y ordenada si queremos que corra aire fresco en las copas de los árboles. Por la calle, cruzo la mirada con un padre que acompaña a sus hijos a la escuela con una camiseta que luce el lema 'Ni oblit ni perdó' y me sabe mal por tantas cosas...
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