Muerte de Rubalcaba

El duelo de Arran

La organización afín a la CUP decidió que el duelo por Rubalcaba era un momento ideal para mostrar todo su desprecio en un tuit tan corto como miserable

Salida de los restos mortales de Alfredo Pérez Rubalcaba del Congreso de los Dipuntados.

Salida de los restos mortales de Alfredo Pérez Rubalcaba del Congreso de los Dipuntados. / periodico

Emma Riverola

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Murió Alfredo Pérez Rubalcaba. Admirado por muchos. Denostado por otros. Como cualquier político relevante en un periodo histórico fundamental, una figura con claroscuros. Pero, aún con sus sombras, basta leer el recuerdo de sus adversarios para estimar la dimensión de su valía y su labor en defensa de la democracia española. Desde políticos conservadores a independentistas tuvieron su particular recuerdo y respeto. ¿Todos? No, no todos. Los jóvenes de Arran, organización afín a la CUP, decidieron que el duelo era un momento ideal para mostrar todo su desprecio en un tuit tan corto como miserable: “Hasta nunca, ministro del GAL”. Ni siquiera acertaron con los tiempos históricos de la acusación. Que Rubalcaba fuera un actor definitivo para alcanzar la paz en Euskadi, tampoco les pareció relevante. Hasta para insultar con propiedad hay que haber leído algo más que consignas.

Además de perseguir fascistas (es decir, los que no piensan como ellos), los jóvenes de Arran se definen como socialistas y feministas. Palabras demasiado grandes para quienes se comportan como niñatos consentidos que aún creen provocar en las reuniones familiares gritando ‘caca, culo, pedo, pis’. Lo peor es que ni siquiera son originales. Todas las épocas, todos los movimientos han tenido -o sufrido- ese tipo de cachorros ebrios de revolución impostada y hueros de entendederas y sensibilidad. Cuando no son peligrosos, resultan simplemente patéticos