IDEAS

Tenemos que hablar

El escritor argentino Patricio Pron

El escritor argentino Patricio Pron / periodico

Lucía Lijtmaer

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Dos novelas que he leído esta semana retratan dos instantes precisos del fin de una relación.

Comienza 'Mañana tendremos otros nombres' de Patricio Pron con el momento principal que desencadena una ruptura amorosa: el instante en el que algo se explicita verbalmente. Alguien dice “tenemos que hablar” y todo lo que ambas personas eran en una sola, en su simbiosis particular, se desmorona. La novela lo detalla, como cuando se le arranca un vendaje a una herida, lentamente y cada dolor es eterno. Sí, qué imagen tan evidentemente tópica acabo de describir, pero, seamos sinceros, qué ruptura no lo es.

Quizá la crueldad más llamativa de toda ruptura sea el instante posterior al tenemos que hablar

Quizás la crueldad más llamativa de toda ruptura sea el instante posterior al tenemos que hablar. Pron lo relata. Cuando toda la sordidez cotidiana del día a día ya no existe y comienza un tránsito civilizado hasta ser extraños una vez más. Ese camino de cortesía dónde, en el peor de los casos, se acaba lo de tirarse los platos a la cabeza y de repente adquieren ademanes británicos para repartir se las cosas -oh, no, quédate tú la cómoda, insisto, te hacía más ilusión a ti que a mí-. Todos esos objetos quedan como testigos mudos de que dos personas que se separan para desconocerse son exactamente como una celda de una colmena, ahí están, únicos, pero exactamente igual que el resto de parejas que se separan.

'Asymmetry', de Lisa Halliday, un fenómeno literario en Estados Unidos, son tres novelas en una. En la primera, una joven trabajadora de una editorial, Alice, mantiene un largo, extraño y aletargado romance con un escritor septuagenario sospechosamente parecido a Philip Roth para mí, para ti, y para todo aquel que lea ese libro. En un momento concreto de la novela, Alice empieza a decir el temible “tenemos que hablar” y Ezra le para en seco. No en vano, tiene 72 años y no quiere oírlo. No quiere que suceda. Y a veces, seamos escritores o no, como Ezra, como Halliday, si no lo dices, parece que no suceda.

Así de grande es el autoengaño y así de certera es la ficción.